La Aventura de Luli en la Sala de Juegos
Era una soleada mañana en la Escuela Primaria Arcoíris, donde todos los niños emocionados se preparaban para un nuevo día de clases. Entre ellos estaba Luli, una niña de ocho años que siempre sonreía, pero que a veces se sentía un poco confundida. Aunque tenía amigas y disfrutaba de la escuela, había momentos en los que no sabía cómo expresar lo que sentía.
Luli miraba por la ventana mientras la maestra explicaba sobre los planetas. De repente, recordó a la Sra. Medina, la psicóloga escolar, que había llegado a la escuela hace poco. La Sra. Medina era una mujer amable que siempre sonreía, y su sala tenía una puerta de colores brillantes. Luli había escuchado a algunas amigas que decían que la Sra. Medina ayudaba a los niños a sentirse mejor.
Un día, mientras jugaba en el recreo, Luli escuchó a su amiga Paloma hablar.
"Ayer fui a ver a la Sra. Medina, y ¡me ayudó a entender por qué me sentía tan enojada! Ahora juego más tranquila".
Eso hizo que Luli se preguntara: ¿Quizás yo también debería visitarla? La curiosidad la llevó a un pensamiento.
- “¿Y si la Sra. Medina me ayuda a sentirme menos confundida? ”
Así, después de un par de días haciendo valoraciones de sus sentimientos, Luli decidió ir a hablar con la Sra. Medina. Un día después de clases, se animó, respiró hondo y tocó la puerta colorida.
"¿Puedo entrar?"
La Sra. Medina le sonrió desde su silla.
"¡Por supuesto, Luli! Bienvenida a mi sala de juegos".
Luli entró y, aunque al principio se sintió un poco nerviosa, pronto se dio cuenta de que el lugar estaba lleno de juguetes, colores y libros. Era muy acogedor.
"¿Qué te trae por aquí?"
"No sé, a veces me siento… rara. Como si hubiese muchos sentimientos dentro de mí, pero no sé cuáles son".
La Sra. Medina la miró con comprensión.
"Eso es totalmente normal. A veces, nuestros sentimientos pueden ser como un rompecabezas, y mi trabajo es ayudarte a armarlo. ¿Te gustaría contarme un poco más sobre esos sentimientos?"
Luli se sentó en una alfombra suave.
"A veces me siento feliz, pero en otras ocasiones me siento sola. Y no sé qué hacer cuando esto pasa".
La Sra. Medina asintió.
"Esa es una gran observación. Todos tenemos sentimientos diferentes, y está bien sentirlos. Vamos a jugar un juego. En este juego, vamos a dibujar cada sentimiento que tienes. ¿Te parece?"
Luli sonrió.
"Sí, quiero intentar".
Así, juntas empezaron a dibujar. Luli dibujó un sol amarillo para representar los momentos felices, y una nube gris para los días tristes. Con cada garabato, Luli comenzó a sentir que sus emociones se volvían más claras.
"¡Mirá! ¡El sol brilla más cuando estoy con mis amigas!"
"Exacto, y las nubes no son malas, a veces solo necesitas un paraguas para que no te mojen".
La Sra. Medina le enseñó que era importante hablar de lo que sentía. Después de varias sesiones de juegos y charlas, Luli se sentía más segura y comprendía que a veces está bien pedir ayuda.
Un día, mientras el sol brillaba y todos jugaban en el recreo, Luli vio a una nueva compañera que tenía cara de tristeza. Sin pensarlo dos veces, se acercó a ella.
"Hola, soy Luli. ¿Te gustaría jugar conmigo? Puedo mostrarte los juegos de la escuela".
La nueva niña la miró sorprendida.
"Me llamo Valeria y… la verdad es que me siento un poco sola".
Luli sonrió y, recordando lo que había aprendido de la Sra. Medina, le dijo.
"Está bien sentirse así. A veces, hablar con alguien ayuda. Yo fui a ver a la Sra. Medina y me ayudó a ser más feliz".
Valeria se iluminó.
"¿En serio? Quizás yo también deba ir".
Y así, Luli y Valeria se hicieron amigas, apoyándose mutuamente. Luli aprendió que un psicólogo no solo ayudaba a resolver problemas, sino que también ayudaba a los niños a entenderse a sí mismos y a compartir con otros.
Cada vez que un niño nuevo llegaba a la escuela, Luli no dudaba en compartir su experiencia con la Sra. Medina. Cada vez que veía a alguien lidiar con sus sentimientos, sabía cómo ayudar. La sala de juegos se convirtió en su lugar favorito, un espacio donde todos aprendían que expresar sus emociones es importante y que es completamente natural buscar ayuda.
Así, la Escuela Primaria Arcoíris no solo fue un lugar de aprendizaje académico, sino también un lugar donde los corazones se abrían y las amistades florecían, gracias a la ayuda de la Sra. Medina, la maravillosa psicóloga escolar.
FIN.