La Aventura de Luna


Había una vez una ovejita llamada Luna que vivía felizmente en un hermoso corral junto a su familia de ovejas. Todos los días, las ovejas pastaban juntas en el verde prado y jugaban alegremente.

Un día, mientras Luna estaba disfrutando del sol y comiendo hierba fresca, se distrajo con una mariposa que revoloteaba cerca de ella.

Sin darse cuenta, se alejó demasiado del corral y cuando quiso regresar, ¡se dio cuenta de que no recordaba el camino de vuelta! Luna comenzó a sentirse asustada y sola. Miró a su alrededor pero todo era desconocido para ella. No sabía cómo volver con su familia.

Comenzó a caminar sin rumbo fijo, buscando alguna pista que la llevara de regreso al corral. Mientras Luna vagaba por el campo, encontró a un simpático conejito llamado Pancho. Pancho notó la tristeza en los ojos de Luna y se acercó amablemente.

"Hola" , dijo Pancho con voz suave, "¿qué te pasa? Pareces perdida". Luna suspiró y explicó su situación tristemente: "Me alejé demasiado del corral persiguiendo una mariposa y ahora no puedo encontrar mi camino de regreso". Pancho sonrió tranquilizadoramente y le dijo: "No te preocupes, Luna.

Yo sé cómo ayudarte. Conozco el bosque como la palma de mi mano". Juntos, Luna y Pancho caminaron por senderos estrechos entre árboles altos y arbustos frondosos. Mientras avanzaban por el bosque, Luna comenzó a sentirse más valiente y menos asustada.

De repente, escucharon un ruido extraño. Era el sonido de un arroyo cercano. Se acercaron al arroyo y encontraron a una tortuga llamada Carmelo que estaba atrapada en unas ramas. "¡Ayuda, por favor!", gritó Carmelo desesperado.

"Me caí al agua y no puedo salir". Pancho y Luna rápidamente se acercaron a la orilla del arroyo. Pancho extendió su pata hacia Carmelo mientras Luna tiraba de él desde tierra firme.

Con mucho esfuerzo, lograron rescatar a Carmelo. Carmelo les dio las gracias emocionado: "¡Muchas gracias! Estuve atrapado aquí durante horas y ya había perdido la esperanza". "No hay problema", respondieron Pancho y Luna juntos con una sonrisa.

Continuando su camino, los tres amigos llegaron a una colina desde donde podían ver todo el campo abierto. En la distancia, divisaron el corral de Luna. Luna saltó de alegría: "¡Ese es mi corral! ¡Está tan cerca!""Sí", dijo Pancho orgulloso, "lo encontramos juntos".

Carmelo también se alegró por ellos: "Me siento honrado de haberlos ayudado en este viaje". Con lágrimas de felicidad en sus ojos, Luna les dio un abrazo a sus nuevos amigos: "Nunca olvidaré lo amables que han sido conmigo.

Gracias por ayudarme a encontrar mi hogar". Desde ese día en adelante, Luna siempre fue cuidadosa y nunca se alejó demasiado del corral.

Siempre recordaba la valiosa amistad que había encontrado en Pancho y Carmelo, quienes le enseñaron que la ayuda de los demás puede hacer frente a cualquier desafío. Y así, Luna vivió feliz junto a su familia y amigos, siempre agradecida por haber encontrado el camino de vuelta a casa.

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