La Aventura de Luna y el Misterio del Jardín



Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires. Luna, una niña curiosa y valiente de diez años, se preparaba para salir a explorar su vecindario.

"Hoy quiero encontrar el jardín secreto que me contó la abuela", dijo Luna llena de emoción.

Un poco más tarde, se encontró con su hermano, Tomi, que estaba jugando con su cometa.

"¿Me acompañas en mi búsqueda?", le preguntó Luna.

"¡Claro! Pero primero, ¿tienes tu brújula?", respondió Tomi.

Luna buscó en su mochila y la encontró. Se la mostró a Tomi con una sonrisa inmensa.

"Mirá, aquí está. Con esto seguro vamos a hallar el jardín secreto. Vamos!".

Caminaron por un camino que nunca habían pisado, lleno de árboles frondosos y flores coloridas. De repente, encontraron un mapa antiguo tirado en el suelo.

"¡Mirá esto, Tomi!", exclamó Luna, levantando el mapa.

"¿Qué dice?", preguntó Tomi intrigado.

Luna comenzó a leer:

"El jardín secreto está al final de este camino, detrás de la gran roca que parece un dragón...".

Ambos se miraron emocionados y comenzaron a seguir las indicaciones del mapa. A medida que avanzaban, escuchaban el canto de los pájaros y el murmullo de un arroyo cercano.

De pronto, llegaron a la gran roca. Con agudeza, Tomi exclamó:

"¡Mirá! La roca tiene forma de dragón, ¡seguro que estamos cerca!".

Mientras intentaban encontrar la entrada, un pequeño gato negro apareció de entre los arbustos.

"¡Hola!", dijo el gato, sorprendiéndolos.

"¿Puedes ayudarnos a encontrar el jardín secreto?", preguntó Luna con entusiasmo.

El gato sonrió y dijo:

"Claro, pero primero deben demostrarse que son valientes. Tienen que cruzar el puente de la imaginación".

Luna y Tomi se miraron confundidos, pero decidieron que debían intentarlo.

"¿Dónde está ese puente?", preguntó Tomi.

"Sigan a esta rama y busquen en su mente. En su corazón habrá un camino", respondió el gato.

Luna tomó una profunda respiración:

"Cerradurón, tomatelas, vuela la paloma, la mente no se esconde, la alegría te llega. ¿Entendiste, Tomi?".

"O sea que tenemos que imaginarlo, ¿no?", respondió Tomi, y en ese momento levantó los brazos y comenzó a hacer gestos de un puente.

Luna lo siguió, dando pasos cada vez más seguros. Al poco tiempo, se dieron cuenta de que en su mente habían creado un hermoso puente con flores y colorines. A su sorpresa, al cruzar, se encontraron por fin en un jardín mágico, lleno de mariposas y plantas que nunca habían visto.

De pronto, el gato apareció a su lado nuevamente y dijo:

"Bienvenidos al Jardín de la Amistad. Siempre que seamos valientes y mantengamos la fe en nosotros mismos, nuestros sueños pueden hacerse realidad".

Luna y Tomi sonrieron, entendiendo que su aventura no sólo trataba de encontrar el jardín, sino de creer en uno mismo y en la fuerza del trabajo en equipo.

"Gracias, gato. Prometemos cuidar de este jardín siempre", dijo Tomi.

Y así, juntos aprendieron que la aventura era más hermosa cuando la compartían, y que a través de la imaginación y la valentía, todo es posible.

El día terminó con una hermosa puesta de sol, mientras prometían regresar al jardín cada semana, no solo para jugar, sino también para cuidar de él y recordarle a todos la importancia de la amistad y la valentía.

FIN.

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