La aventura de Macarena
Había una vez en un barrio muy tranquilo de Buenos Aires, una perrita llamada Macarena. Macarena era una cachorrita muy cariñosa y consentida por todos en el vecindario.
Le encantaba jugar con sus juguetes de peluche y corretear por el jardín de su casa. Un día soleado, mientras Macarena jugaba con su pelota en el patio, se acercó su mamá humana, Clara, quien le dijo con ternura: "Macarena, ¿quieres ir a dar un paseo al parque?".
- ¡Sí, sí! ¡Vamos al parque! -respondió emocionada la perrita moviendo la cola. Clara y Macarena caminaron juntas hasta el parque cercano.
En el camino, Macarena olfateaba todo lo que encontraba a su paso y saludaba a los otros perros del barrio. Al llegar al parque, Macarena corrió felizmente por el césped verde persiguiendo mariposas y pájaros. Después de un rato de juego, Clara sacó de su bolsa unas croquetas de pollo que tanto le gustaban a Macarena.
La perrita no pudo resistirse y devoró cada pedacito con alegría. - ¡Qué ricas están estas croquetas! ¡Gracias mamá! -dijo Macarena lamiéndose los bigotes. Después del picnic improvisado en el parque, Clara y Macarena regresaron a casa.
Era hora de descansar después de tanta diversión. Macarena adoraba dormir junto a su mamá en la cama calentita. Por las noches antes de dormir, Clara solía rasgarle la panza a Macarena mientras la perrita cerraba los ojos disfrutando cada caricia.
Los días pasaban felices para Macarena entre juegos, paseos al parque, comidas deliciosas y mimos junto a su mamá Clara.
Pero un día algo inesperado ocurrió: durante uno de sus paseos habituales al parque, Macarena se separó accidentalmente de Clara y se perdió entre los árboles frondosos. - ¡Oh no! ¿Dónde estás, mi pequeña? -exclamaba angustiada Clara buscando desesperadamente a Macarena por todo el parque.
Mientras tanto, asustada y confundida entre tantos olores desconocidos para ella, Macarena intentaba buscar familiaridad en aquel lugar desconocido para encontrar el camino de regreso a casa.
La noche comenzaba a caer sobre Buenos Aires cuando finalmente Clara divisó a lo lejos la silueta temblorosa de su querida mascota perdida cerca del lago del parque. Corrió hacia ella con lágrimas en los ojos y abrazó fuertemente a Macarena diciendo:- ¡Macarena! ¡Estás bien! Nunca más te dejaré sola así.
Eres mi niña consentida y te cuidaré siempre! Desde ese día, Macarela aprendió lo importante que es estar atenta cuando sale con sus seres queridos para evitar situaciones peligrosas como aquella vez que se perdió en el parque.
Aunque fue una experiencia difícil para ambos, fortaleció aún más el vínculo especial que compartían como compañeras inseparables.
FIN.