La aventura de Marián y el misterio en el parque
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, vivía una niña llamada Marián. Ella era valiente, sociable y siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás.
Marián tenía una mejor amiga llamada Ainara, juntas compartían aventuras y risas todos los días. Marián admiraba mucho a su madre, quien era una mujer fuerte y trabajadora. Ella le enseñó el valor de la honestidad y la importancia de ser bondadosa con los demás.
Pero había algo en Marián que también debía aprender: controlar su vena vengativa. Un día, mientras paseaban por el parque del pueblo, Marián y Ainara notaron que alguien había rayado las bancas con insultos hirientes.
Esto enfureció a Marián, quien juró encontrar al culpable para darle una lección. Decidida a descubrir quién era el responsable de aquel acto desagradable, Marián comenzó a investigar por todo el pueblo.
Preguntó a sus vecinos y amigos si habían visto algo sospechoso en el parque recientemente. Sin embargo, nadie parecía tener información relevante. Desanimada pero no derrotada, Marián decidió seguir buscando pistas por su cuenta.
Una tarde soleada mientras caminaba cerca del río que cruzaba Villa Esperanza, escuchó risas provenientes de unos arbustos cercanos. Intrigada por aquel sonido misterioso decidió acercarse sigilosamente para ver qué ocurría. Para su sorpresa encontró a un grupo de niños más pequeños jugando en secreto entre ellos.
Al acercarse aún más pudo ver que uno de los niños tenía un lápiz en su mano y estaba rayando las bancas del parque. Marián se dio cuenta de que aquel niño era el responsable de los insultos en las bancas.
En lugar de confrontarlo con ira, decidió acercarse amablemente y preguntarle por qué lo había hecho. "Hola, ¿por qué estás rayando las bancas del parque? Eso no está bien", dijo Marián con calma.
El niño, llamado Lucas, bajó la mirada avergonzado y admitió que lo había hecho para llamar la atención de sus padres. Se sentía solo y quería que alguien le prestara atención. Comprendiendo la situación de Lucas, Marián decidió ayudarlo en lugar de castigarlo.
Le explicó que hay formas más adecuadas de expresar sus sentimientos y que lastimar a otros no es la solución. Juntos idearon un plan para reparar las bancas dañadas.
Marián convocó a todos los niños del pueblo para una jornada comunitaria donde pintaron hermosos murales en cada banca del parque. Fue un día lleno de risas, alegría y trabajo en equipo. Desde ese día, Lucas dejó atrás su vena destructiva y se convirtió en un niño más amable y considerado.
Aprendió que siempre hay personas dispuestas a escucharlo sin necesidad de hacer daño a otros. La historia corrió como pólvora por Villa Esperanza, inspirando a otros niños a buscar soluciones pacíficas ante los problemas.
Marián se había convertido en una verdadera líder dentro del pueblo gracias a su valentía para enfrentar situaciones difíciles sin recurrir a la venganza. Y así, Marián aprendió una valiosa lección: que la empatía y el diálogo son mucho más poderosos que cualquier acto de venganza.
A partir de ese momento, se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo, demostrando que con bondad y perseverancia, se pueden cambiar las cosas para mejor. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.
FIN.