La Aventura de Mateo en el Fondo del Mar
Era un día soleado en la costa argentina, y Mateo, un niño curioso de diez años, estaba emocionado porque iba a la playa con su familia. Siempre había soñado con explorar el océano y ver a los peces que tanto le fascinaban.
"¡Mamí, quiero ir a bucear!" -exclamó Mateo mientras corría hacia la orilla, dejando huellas en la arena.
Su madre sonrió y le dijo:
"Está bien, Mateo. Hoy vamos a alquilar un equipo de snorkel para que podas ver los peces. Pero tené cuidado y no te alejes demasiado."
Mateo asintió con entusiasmo y, tras ponerse su máscara y tubo, se zambulló en el agua.
La belleza bajo la superficie lo dejó sin aliento: peces de colores nadaban felices entre los corales, y las burbujas que él hacía parecían bailar en el agua.
Mientras exploraba, un pez más grande se acercó a Mateo. Era de un color azul brillante y tenía una sonrisa amistosa.
"Hola, pequeño humano. Me llamo Bubi, el pez de las maravillas. ¿Qué hacés aquí?" -preguntó el pez con voz melodiosa.
Mateo, un poco sorprendido pero encantado, respondió:
"¡Hola! Estoy buceando y viendo todo lo que hay en el mar. ¡Es asombroso!"
Bubi sonrió y le dijo:
"Hay mucho más que ver, pero debés ser cuidadoso. Ven, te mostraré un lugar especial, pero tené en cuenta que debés seguirme de cerca."
Mateo siguió a Bubi por entre las rocas y algunas anémonas. De repente, Bubi se detuvo en un bello arrecife cubierto de colores vibrantes.
"¡Mirá! Aquí viven muchos de mis amigos. Pero hay algo importante que debo enseñarte."
Mateo miró a su alrededor, maravillado. Entre los corales y los peces, había basura flotando.
"¿Por qué hay basura aquí, Bubi?" -preguntó perturbado.
"Los humanos a veces olvidan que el mar es nuestro hogar también. Por eso, cada vez que viene alguien a la playa, deberías recordar llevarte tu basura y la de los demás. Así todos viviremos en armonía."
Mateo reflexionó, y luego dijo:
"Prometo ayudar a mantener el mar limpio. ¿Puedo hacer algo por ustedes?"
"Claro, pequeño amigo. Cada vez que vengas a la playa, recoge un poco de basura. Así harás una gran diferencia. Aquí abajo, todos te apoyaremos."
Mateo se sintió inspirado y comprendió que él también podría ayudar a preservar la belleza que estaba presenciando.
Después de explorar un rato más, Bubi y Mateo se despidieron. El pez le dio el último consejo:
"Siempre cuida tu entorno, Mateo. Cada pequeño gesto cuenta. Ahora es tiempo de que vuelvas a casa."
Contento pero un poco nostálgico, Mateo salió del agua, se secó y corrió hacia su madre. La mirada de su madre reflejaba preocupación y alegría.
"¿Cómo te fue, Mateo?"
"¡Fue increíble! Vi a un pez llamado Bubi que me enseñó sobre la importancia de cuidar el mar. ¡Voy a recoger basura cada vez que venga!" -respondió emocionado.
La madre sonrió y lo abrazó:
"Eso suena maravilloso, hijo. Estoy orgullosa de vos."
Al llegar a casa, Mateo decidió hacer un cartel para su habitación, que decía: "Cuidemos el mar, es nuestro tesoro. Cada acción cuenta."
Así, cada vez que Mateo iba a la playa, recordaba a su amigo Bubi y los cuidados que debía tener para proteger la naturaleza. Con su ejemplo inspiró a amigos y familiares a unirse a su causa.
Y así, un pequeño cambio se convirtió en una gran aventura de aprendizaje sobre el respeto y el cuidado del océano, todo gracias a un simple día de buceo, donde no solo vio peces, sino que encontró un propósito.
Fin.
FIN.