La Aventura de Mateo y Coco



Un día, Mateo y Coco estaban jugando en el jardín cuando de repente vieron un perro perdido. El perrito estaba asustado y temblaba de frío. - ¡Mira Coco! -dijo Mateo-. Tenemos que ayudarlo.

Mateo se acercó al perro y le habló con dulzura para calmarlo. Luego, lo llevó a su casa para darle un poco de comida y agua. - ¿Qué hacemos ahora? -preguntó Coco preocupado-. - Debemos buscar a su dueño -respondió Mateo decidido-.

Así que, montados en el tractor amarillo, comenzaron la búsqueda del dueño del perrito. Recorrieron todo el vecindario preguntando a cada persona si conocían al cachorro perdido. Después de varias horas sin éxito, decidieron regresar a casa con el perrito.

Pero cuando llegaron, encontraron una sorpresa desagradable: la puerta estaba abierta y faltaban algunas cosas de valor. - ¡Alguien ha entrado a robar! -exclamó Mateo alarmado-. Coco maullaba inquieto mientras ellos revisaban cada rincón buscando pistas.

Fue entonces cuando descubrieron algo extraño: había huellas de zapatos diferentes en el suelo. Mateo recordó haber visto esas mismas huellas cerca del parque donde habían encontrado al perro perdido. Así que decidió volver allí para investigar más a fondo.

Cuando llegaron al parque, vieron a un hombre sospechoso escondiendo algunas cosas detrás de unos árboles. Se acercaron despacio y, al verlos, el hombre intentó huir. Mateo y Coco lo siguieron hasta que finalmente lograron atraparlo.

Llamaron a la policía y el ladrón fue arrestado. - ¡Lo logramos, Coco! -dijo Mateo feliz-. Y todo gracias a nuestra valentía y perseverancia. El perrito perdido resultó ser del ladrón, quien lo había abandonado en su huida.

Pero eso no importaba ya que habían resuelto un gran problema juntos. Desde ese día, Mateo aprendió la importancia de ayudar a los demás sin esperar nada a cambio.

También comprendió que nunca hay que rendirse ante las dificultades y siempre hay una solución si se busca con determinación.

FIN.

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