La Aventura de Mathias
Mathias era un niño muy feliz y activo. Le encantaba pasar tiempo con sus amigos, jugar fútbol en el parque y sobre todo, jugar videojuegos en su Nintendo. Era su pasatiempo favorito y le gustaba pasar horas jugando.
Un día, mientras estaba jugando uno de sus juegos favoritos, Mathias se dio cuenta de que algo no estaba bien. La pantalla del Nintendo se había roto y ya no funcionaba más.
Mathias se puso muy triste al ver que su juego preferido ya no podía ser jugado. "¡No puede ser! ¡Mi Nintendo está roto!", exclamó Mathias mientras sostenía la consola entre sus manos.
Mathias estaba tan desesperado que decidió llevar su Nintendo a reparar con todas las monedas que había ahorrado durante meses. Pero cuando llegó a la tienda de reparación, el técnico le dijo que lamentablemente no podría arreglarlo porque la pantalla estaba totalmente dañada. "Lo siento mucho, Mathias", dijo el técnico.
"Pero creo que lo mejor es comprar uno nuevo". Mathias regresó a casa muy triste porque sabía que no tenía suficiente dinero para comprar otro Nintendo. Se sentía solo y aburrido sin su consola favorita.
Sin embargo, un día mientras caminaba por el parque cerca de su casa, encontró una caja llena de libros usados abandonados en un rincón del parque. Los libros parecían estar en buen estado así que decidió llevárselos a casa para leerlos.
Cuando empezó a leer los libros descubrió historias maravillosas llenas de aventuras increíbles e héroes valientes. A medida que leía, se olvidaba de su Nintendo y se sumergía en las historias que leían.
"¡Wow! ¡Esto es increíble! No sabía que los libros podían ser tan divertidos", pensó Mathias. Después de leer varios libros, Mathias se dio cuenta de algo importante.
Había estado tan enfocado en jugar videojuegos todo el tiempo que había olvidado lo maravilloso que era el mundo real a su alrededor. Decidió ir al parque más seguido para leer los libros y descubrir nuevas aventuras. También empezó a hacer nuevos amigos en el parque y jugaba al fútbol con ellos todos los días.
Mathias aprendió una valiosa lección: aunque los videojuegos son divertidos, también hay muchas otras cosas emocionantes por descubrir en la vida real. Y así fue como Mathias encontró una nueva forma de entretenimiento que no solo era educativa sino también muy divertida.
FIN.