La Aventura de Maya y Morty



Maya era una niña muy buena que vivía en una hermosa casa con su papá Carlos, su mamá Ana y su hermana mayor Emma. A todos en la familia les encantaban los animales, pero su favorito sin lugar a dudas era Morty, un gato negro que siempre parecía tener una pizca de misterio. Morty no solo era un gato; era un compañero fiel, un maestro en el arte del ronroneo y un experto en hacer que todos se rieran con sus travesuras.

Un día, Maya se despertó muy emocionada. "¡Hoy vamos a jugar con Morty al aire libre!" - gritó. Ella salió corriendo para buscar a su amigo felino, pero, para su sorpresa, no pudo encontrarlo. "Morty, ven aquí, por favor!" - llamó, pero la casa estaba en silencio.

Al principio, Maya pensó que Morty estaba descansando en algún rincón oscuro, pero a medida que pasaban las horas, la preocupación comenzó a instalarse en su corazón. "¿Dónde estará?" - se preguntó, y su tristeza creció.

"No te preocupes, Maya. Vamos a buscarlo juntas" - dijo Emma, viendo la tristeza de su hermana. Carlos y Ana también se unieron a la búsqueda.

La familia buscó por toda la casa, en el jardín, detrás de los arbustos y en el garaje, pero Morty no estaba por ninguna parte. Maya miró al cielo y le pidió a las estrellas que regresara su querido gato. Sin embargo, Morty no apareció.

"Quizá tenemos que preguntar a los vecinos si lo han visto" - sugirió Ana. Así que la familia fue de puerta en puerta, preguntando a todos. Al principio, nadie había visto al travieso gato.

Entonces, en la casa de la señora Rosa, una anciana muy amable, encontraron una señal de esperanza. "Yo vi a un gato negro corriendo hacia el parque cerca de la plaza" - dijo la señora Rosa. La cara de Maya brilló nuevamente. "¡Vamos al parque!" - exclamó.

Maya, Emma, Carlos y Ana corrieron hacia el parque. Al llegar, se encontraron con otros niños jugando y varios perros correteando. Maya se sintió un poco abrumada y llamó a Morty con todas sus fuerzas. "¡Morty! ¡Ven aquí!"

Mientras buscaban, vieron a algunos gatos jugar en un árbol. "¿Podría ser que Morty esté con ellos?" - preguntó Maya con esperanza. De pronto, un gato negro se trepó a una rama. "¡Morty!" - gritó emocionada, pero al acercarse, se dio cuenta de que no era él.

Desanimada, decidió sentarse en una banca. "No sé qué hacer si no lo encuentro" - murmuró, con lágrimas en los ojos. Emma se sentó a su lado. "No te preocupes, hay algo que podemos hacer. Si reunimos a todos los niños del parque, tal vez puedan ayudarnos a buscarlo".

Maya se secó las lágrimas y tuvo una gran idea. Juntas, la familia y los niños formaron un equipo de búsqueda. Se dividieron en grupos y empezaron a buscar en diferentes áreas del parque, llamando el nombre de Morty en cada rincón. ¡Era una misión emocionante!

Después de un rato, una niña pequeña que había estado jugando en la parte de atrás del parque, gritó. "¡Yo vi a un gato negro! Estaba escondido detrás de unos arbustos!"

Maya corrió hasta allí, llena de esperanza. Al llegar, vio a su querido Morty, asomándose tímidamente, como si supiera que estaba siendo buscado. "¡Morty!" - exclamó, mientras le daba un fuerte abrazo. El gato ronroneó, como si estuviera contento de haberla encontrado.

"¡Estás a salvo!" - dijo Maya, llena de alegría. Todos los niños aplaudieron y celebraron la vuelta de Morty. Desde ese día, Maya aprendió que a veces, no importa cuán triste te sientas, siempre puedes encontrar apoyo en quienes te rodean.

En casa, Carlos, Ana y Emma fueron elogios por haber unido a todos los niños y por haber rescatado a Morty.

"Morty, prometo que siempre te cuidaré" - le dijo Maya mientras acariciaba su suave pelaje negro. Y desde entonces, cada vez que Morty desaparecía o se aventuraba por ahí, Maya siempre sabía que podía contar con su familia y amigos para encontrarlo, porque el amor es la mejor brújula cuando se busca.

FIN.

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