La Aventura de Mili, Marlene y Su Nueva Amiga
Era un hermoso día de primavera en el barrio. Mili y Marlene, dos hermanas muy unidas, estaban jugando en su jardín. Mili era la mayor y siempre tenía ideas divertidas, mientras que Marlene, la menor, era muy creativa y le encantaba inventar historias.
"¿Qué te parece si jugamos a las exploradoras?" propuso Mili, con una sonrisa llena de emoción.
"¡Sí, sí! Pero primero debemos hacer un mapa de nuestra aventura", respondió Marlene, emocionada.
La hermana mayor agarró un papel y dibujó un mapa que incluía su jardín, el árbol grande que había al fondo y hasta un pequeño arbusto que parecía un monstruo. Mientras dibujaban, una niña nueva apareció por la reja. Era Clara, una vecina que se había mudado recientemente a la casa de al lado.
"¡Hola! ¿Puedo jugar con ustedes?" preguntó Clara, un poco tímida.
Mili y Marlene se miraron y, sin pensarlo dos veces, dijeron juntas:
"¡Sí! Cuantas más, mejor."
Clara sonrió ampliamente y se les unió. Después de presentarles el mapa, las tres comenzaron su aventura imaginaria. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que se habían alejado un poco de su hogar.
"¿Dónde estamos?" preguntó Marlene, mirando a su alrededor y sintiéndose un poco perdida.
"No te preocupes, seguro que podemos encontrar el camino de vuelta", dijo Mili. "Clara, ¿tú conoces este lugar?"
"No mucho, recién me mudé. Pero creo que vi un sendero por allá" señaló Clara.
Las tres decidieron seguir el sendero, pero pronto se encontraron con un pequeño río que no estaba en el mapa.
"Mmm, esto no estaba aquí. Tal vez debamos regresar", sugirió Marlene con un tono de preocupación.
"Espera, podemos hacer una balsa con ramas y hojas para cruzar el río", propuso Clara, cuya aguda mente creativa brilló.
Las chicas se pusieron manos a la obra. Juntas, recolectaron palos, lianas y hojas para construir su balsa. Aunque al principio fue un poco complicado, su trabajo en equipo hizo que la balsa se fuera formando poco a poco.
Finalmente, lograron cruzar el río. Al llegar al otro lado, encontraron un campo lleno de flores y mariposas.
"¡Wow! Esto es hermoso!" exclamó Marlene mientras corría a recoger unas flores.
Pero al agacharse, encontró algo brillante en el suelo. Era un pequeño medallón dorado. Intrigadas, las chicas decidieron seguir explorando.
"¿Y si este medallón pertenece a alguien?" preguntó Mili, mirando atentamente el objeto.
"Tal vez, pero también podría ser un tesoro escondido" comentó Clara, con una chispa de aventura en sus ojos.
"Podemos buscar al dueño o hacer una aventura más y encontrar el tesoro. ¡Es lo más emocionante!" sugirió Marlene.
Las tres decidieron seguir a la búsqueda del dueño del medallón. Recorrieron varios lugares hasta que conocieron a un anciano que cuidaba un jardín lleno de plantas hermosas.
"¡Hola! Disculpen, ¿han visto este medallón antes?" preguntó Mili al anciano.
El abuelo se acercó, y al ver el medallón, sonrió nostálgicamente.
"¡Oh! Este medallón fue un regalo de mi abuela, ¡lo había perdido hace tiempo! Muchas gracias por traerlo, niñas."
Las tres se sintieron felices de haber ayudado al anciano.
"¡Y ahora, como recompensa, les invito a mis ricas galletitas!" dijo el abuelo.
Siguieron al abuelo hasta su casa, donde disfrutaron de galletitas recién horneadas mientras él les contaba historias de aventuras pasadas. Fue un día lleno de descubrimientos y risas.
A medida que caía la tarde, Mili, Marlene y Clara entendieron que juntas habían hecho algo increíble.
"¡Qué gran aventura!" dijo Clara.
"Sí, podemos ser exploradoras y encontrar tesoros, tanto en el campo como en el corazón de las personas", respondió Mili.
"Y sobre todo, siempre debemos ayudarnos entre nosotras", concluyó Marlene.
Y así, las hermanas y su nueva amiga regresaron a casa, emocionadas por lo vivido, prometiendo ser siempre un equipo, listas para nuevas aventuras.
FIN.