La Aventura de Nemec y el Ñandú



Era una mañana clara en la vasta llanura donde vivía un joven indio llamado Nemec. Desde pequeño, había escuchado historias sobre la extraordinaria velocidad y agilidad del ñandú, el ave más rápida del continente. Sin embargo, a pesar de su admiración, también siempre había querido experimentar la aventura de perseguirlo.

Un día, mientras el sol comenzaba a elevarse, Nemec decidió seguir alñandú que al amanecer anunciaba su presencia al correr alegremente por la pradera. Nemec, optando por la astucia en lugar de la fuerza, se ocultó detrás de unos arbustos.

"- ¡Ahí va el ñandú!", exclamó en voz baja, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza por la emoción.

El ñandú, con sus plumas brillantes al sol, corría sin mirar atrás. Nemec comenzó a seguirle, manteniendo siempre una distancia prudente. Pero a medida que pasaban los minutos, se dio cuenta de que nunca podría alcanzarlo. A pesar de sus esfuerzos, la distancia se mantenía igual.

Un poco desilusionado, Nemec se detuvo por un momento y se preguntó: "- ¿Por qué estoy persiguiendo al ñandú? ¿Es por cazarlo o simplemente por admirarlo?"

Y entonces, mientras miraba al ñandú que se movía y danzaba entre los arbustos, sintió que había algo más en su mente.

"- Tal vez no quiero cazarlo", pensó. "Quiero aprender de él, verlo correr y disfrutar de su libertad."

Con este nuevo pensamiento, Nemec dejó de lado su deseo de atraparlo. En cambio, decidió encontrar un lugar desde donde poder observar al ñandú sin interrumpir su ritmo. Mientras lo miraba, se dio cuenta de que apreciar la belleza de la naturaleza era mucho más valioso que tratar de atraparla.

"- ¡Mirá cómo corre!", dijo Nemec entusiasmado.

De repente, el ñandú se detuvo y se dio vuelta, como si sintiera la mirada de Nemec. El joven indio no podía creer lo que veía cuando el ave, en un giro gracioso, se acercó hasta él.

"- ¡Hombre! ¿Por qué me persigues tanto?", preguntó el ñandú, sorprendentemente calmado. Cada palabra del ave resonaba en los oídos de Nemec.

"- No quería asustarte. Solo admiro tu libertad y elegancia. Nunca había visto a nadie correr como tú", respondió Nemec, con una risa nerviosa.

"- La libertad se vive en cada momento. A veces es más sabio observar que perseguir", le enseñó el ñandú, sacudiendo las plumas y mirando al horizonte.

Nemec sonrió, entendiendo la lección que había recibido sin haberla esperado. Decidió que, aunque podría seguir al ñandú, sería mucho más nutritivo aprovechar el tiempo juntos para explorar y disfrutar de la naturaleza.

Ambos, indio y ave, compartieron el día corriendo y jugando. Nemec aprendió a observar el mundo a su alrededor. También descubrió que la amistad se construye en base a la admiración y el respeto, no solo en el deseo de poseer o atrapar.

Al final del día, como el sol comenzaba a ocultarse, Nemec miró al ñandú y le dijo:

"- ¡Gracias por mostrarme lo valioso que es disfrutar de la vida y aprender a valorar lo que tenemos alrededor!"

"- Y gracias a vos por recordarme que la amistad puede florecer en los momentos más inesperados", contestó el ñandú.

Desde aquel entonces, Nemec ya no perseguía al ñandú con la intención de atraparlo, sino que lo buscaba para disfrutar de aventuras juntos, aprendiendo cada día algo nuevo del otro.

FIN.

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