La Aventura de Nico y Domingo



Nico, un niño alegre y curioso, estaba emocionado por otro día en el colegio. Era un niño al que le encantaba aprender cosas nuevas y que siempre estaba dispuesto a hacer amigos. Su mejor amigo se llamaba Leo, y juntos exploraban el mundo a su alrededor.

Esa mañana, como siempre, Nico se preparó rápidamente.

"¡Mamá! ¿Ya está listo el desayuno?"

"Sí, cariño. ¡Corre, que vas a llegar tarde!"

Nico se sentó a la mesa y disfrutó de unos ricos panqueques con miel. Luego, se puso su mochila y salió corriendo hacia la escuela.

El día transcurrió entre risas, juegos y aprendizaje. Aprendieron sobre los planetas y Nico soñaba con ser astronauta. Al finalizar las clases, se sintió muy feliz por todo lo que había descubierto. Sin embargo, cuando salió al patio, se dio cuenta de que algo no estaba bien.

Cuando miró alrededor, no vio a su padre Domingo esperándolo.

"¿Dónde estará?" - se preguntó en voz alta.

"¿Te olvidó de nuevo?" - le dijo Leo, un poco burlón.

"No creo, mi papá siempre me viene a buscar. Quizás tuvo un imprevisto. No voy a preocuparme aún."

Mientras esperaban, los otros chicos comenzaron a irse uno a uno y Nico se sentía cada vez más ansioso. No quería que su papá estuviera en problemas. Después de un rato, decidió llamar a su mamá por teléfono.

"Mamá, ¿dónde está papá? No ha llegado a buscarme y todos se están yendo."

"¡Oh, no! Nico, me olvidé de decírtelo. Tu papá tuvo que ir al taller a ayudar a un amigo. Va a llegar un poco más tarde, pero estoy segura de que no tardará mucho."

Nico sintió un alivio momentáneo, pero la espera seguía siendo larga. En ese instante, se acordó de lo que siempre le decía su papá.

"Nunca hay que rendirse, Nico. Siempre hay que buscar una solución."

Entonces, se le ocurrió una idea. "Leo, ¿querés que aprovechemos y hagamos un juego mientras tanto?"

"¿Qué tenés en mente?" - preguntó Leo, intrigado.

Nico explicó su plan: se trataría de una búsqueda del tesoro por el patio de la escuela. Hicieron equipos y comenzaron a buscar pistas, correr y divertirse. El tiempo pasó rápido y ambos se olvidaron de la espera.

Cuando el juego llegó a su fin, Nico vio a lo lejos a su papá.

"¡Mirá! ¡Ahí viene!" - gritó emocionado. Domingo llegó corriendo, con una gran sonrisa en el rostro.

"Disculpame, campeón. Tuve que ayudar a un amigo con un problema en su auto, pero ya estoy aquí. ¿Te divertiste?"

"¡Sí! Hicimos una búsqueda del tesoro mientras te esperábamos. Fue increíble. ¡Espero que la próxima vez puedas venir a jugar con nosotros!" - respondió Nico.

"¡Claro que sí! Pero solo si prometés que siempre me mantendrás informado de tus aventuras en la escuela. Para que no me pierda de nada."

Nico y Domingo se dirigieron a casa, hablando de todo lo que había pasado durante el día. A medida que caminaban, Nico tuvo una idea.

"Papá, podríamos hacer una búsqueda del tesoro en el parque este fin de semana. ¡Sería una aventura!"

"Me encanta la idea, hijo. Vamos a organizarlo. Pero primero, tenés que ayudarme a hacer los mapas de las pistas. Eso te va a encantar."

Nico se sintió orgulloso. No solo había resuelto su espera con un juego, sino que también había planeado una nueva aventura con su padre. De esta forma, aprendió que las esperas pueden ser mucho más divertidas si se hace algo interesante mientras tanto.

Y así, cada tarde en el colegio, Nico esperaba a su papá con una sonrisa, listo para contarle todo sobre su día. Juntos se convirtieron en el mejor equipo, llenos de aventuras y risas, aprendiendo que ser pacientes y creativos puede convertir cualquier situación en algo especial.

FIN.

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