La Aventura de Nico y su Mamá



Era un hermoso día de primavera y Nico, un niño de siete años lleno de energía, salía de la escuela con una gran sonrisa en su rostro. Hoy no solo iba a jugar, sino que iba a compartir esas aventuras con su mamá, quien lo estaba esperando en la puerta.

- ¡Mamá! - gritó Nico, corriendo hacia ella. - ¡Hoy es un gran día para jugar!

- Así es, mi amor - respondió su mamá, abrazándolo con calidez. - ¿Qué te gustaría hacer?

Nico pensó un momento y exclamó:

- ¡Construyamos un fuerte en el jardín!

Su mamá sonrió y juntos se dirigieron al patio trasero. Sacaron mantas, almohadas y algunas sillas viejas. Con gran entusiasmo, comenzaron a armar un gran fuerte. Mientras lo hacían, Nico se dio cuenta de que no solo se trataba de construir, sino de disfrutar ese tiempo juntos.

- Mirá lo que estoy haciendo, mamá - dijo Nico mientras colocaba una almohada en la parte superior.

- ¡Es genial! Pero parece que necesita algo más... ¿Qué tal si le ponemos un letrero que diga 'Fuerte de la Imaginación'? - sugirió su mamá.

- ¡Sí! - grito Nico, iluminándose. Buscó cartulinas de colores y, junto a su mamá, escribió el nombre del fuerte.

Cuando terminaron, el fuerte se veía increíble y se sentaron dentro, en la calidez de su hogar improvisado.

- Ahora, ¿qué hacemos? - preguntó Nico, mientras miraba alrededor, intrigado.

Su mamá rió y dijo:

- Bueno, ¿qué tal si inventamos una historia? Yo empiezo y vos continuás. Érase una vez, en un mágico bosque, había un dragón que quería hacer amigos, pero nadie se acercaba a él porque creía que era muy grande y espantoso...

Nico, emocionado, tomó la posta.

- ¡Ah! Pero un día, una valiente niña se acercó y le dijo que no debía tener miedo.

- Y el dragón, sorprendido, le mostró su habilidad para volar - continuó su mamá.

- ¡Sí! Y juntos fueron a recorrer el bosque mientras todos los animales los miraban desde abajo, sorprendidos - agregó Nico, cada vez más entusiasmado.

De repente, un fuerte viento comenzó a soplar y sacudió el fuerte, haciendo que las mantas se movieran y amenazaran con desarmarlo.

- ¡Ay no! - gritó Nico, agarrándose de las almohadas.

- No te preocupes, Nico. Esto es solo una parte de la aventura - dijo su mamá. - Vayamos a buscar algo para sujetar el fuerte mientras termina el viento. ¿Te parece?

Juntos salieron del fuerte y se aseguraron de que todo estuviera firme. Mientras tanto, los dos comenzaron a observar cómo el viento movía las hojas de los árboles.

- ¡Mirá, mamá! - señaló Nico. - El viento está haciendo una danza.

- Eso es, amor. La naturaleza siempre está en movimiento. ¿Sabías que el viento también es parte de muchas historias? - le respondió su mamá, inspirando a Nico.

De pronto, el sol apareció detrás de las nubes y la brisa se volvió más suave. Regresaron al fuerte y continuaron contando su historia, pero ahora la temática cambió.

- Ahora el dragón y la niña enfrentan una tormenta - dijo Nico.

- Y deben encontrar un lugar seguro - comentó su mamá.

- Pero se dan cuenta de que, aunque sean diferentes, juntos pueden enfrentar cualquier cosa - concluyó Nico con emoción.

Finalmente, cuando la tarde se volvió más fresca, decidieron salir del fuerte y sentarse en el césped para observar el atardecer.

- Me divertí mucho hoy, mamá. ¿Podemos jugar así siempre? - preguntó cariño.

- Claro que sí, Nico. Siempre que queramos, podemos construir un fuerte en nuestra imaginación - respondió su mamá con una sonrisa.

Nico miró el cielo y pensó en todas las historias que podrían inventar juntos en los días venideros. Con su mamá a su lado, sabía que las aventuras nunca terminarían.

Y así, aquel día se convirtió en un recuerdo especial, un recordatorio de que jugar y soñar juntos nutre el corazón.

FIN.

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