La Aventura de Ñoño y la Ñusta
Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Pequeñilandia, donde los árboles danzaban al son del viento y los ríos cantaban alegres melodías. En este mágico lugar vivía un niño llamado Ñoño, que tenía una curiosidad sin límites y un amor enorme por aventuras. Su mejor amiga era Ñusta, una pequeña niña de risa contagiosa y corazón valiente.
Un día soleado, Ñoño miró por la ventana de su casa y vio algo brillante en el bosque cercano. "¡Mirá, Ñusta! ¿Qué será eso que brilla entre los árboles?"-
Ñusta, con sus ojos chispeantes, contestó"¡Vamos a averiguarlo!"-
Ambos se calzaron sus zapatillas y salieron corriendo hacia el bosque. Al llegar, encontraron un extraño objeto: una brújula dorada que giraba sin parar. "¡Qué rara!"- dijo Ñoño. "¿Te imaginas a dónde nos llevará?"-
Ñusta sonrió y contestó"¡A la aventura, por supuesto!"- Así, con la brújula en mano, emprendieron su camino.
Mientras caminaban, la brújula les indicó que se acercaran a un lugar llamado El Valle de las Ñandúes. En ese valle, los ñandúes, aves enormes y veloces, se preparaban para una gran carrera. "¡Mirá, Ñoño! Son los ñandúes, y parece que se están preparando para algo especial"- dijo Ñusta.
"¡Quiero participar!"- exclamó Ñoño con entusiasmo. Pero Ñusta, con su tono de voz preocupada, le dijo"Pero Ñoño, no sabemos cómo correr como ellos. ¿Y si no podemos?"- Sin dudarlo, Ñoño respondió"¡Siempre hay un primero para todo!"-
Así, decidieron inscribirse en la carrera. Los ñandúes los miraban con curiosidad. "¿Serán capaces de correr con nosotros?"- se preguntaron entre ellos.
El día de la carrera llegó, y el estallido de risas llenó el aire. Todos se alinearon en la línea de partida. "¡A la cuenta de tres, a correr!"- gritó el organizador, un ñandú anciano. "Uno... dos... ¡tres!"-
Ñoño y Ñusta comenzaron a correr con todas sus fuerzas, a pesar de que los ñandúes eran mucho más rápidos. Sin embargo, se dieron cuenta de que lo importante no era ganar, sino disfrutar del momento. "¡Mirá cómo nos divertimos!"- dijo Ñoño entre risas. "Sí, correr es genial, ¡aunque no ganemos!"- respondió Ñusta, al removerse el cabello por el viento.
Después de varios minutos de carrera, los ñandúes llegaron a la meta, pero Ñoño y Ñusta estaban muy contentos por haber participado. El anciano ñandú se acercó a ellos y dijo"¡Qué valientes y perseverantes son! No todos tienen el coraje de intentarlo. Ustedes son unos verdaderos ganadores"-
Ñoño y Ñusta sonrieron, sintiendo una sensación de orgullo. En ese momento, la brújula comenzó a brillar intensamente, señalando un nuevo rumbo. "¿Ves? ¡Nos espera otra aventura!"- exclamó Ñoño
Decididos, siguieron el rumbo indicado por la brújula, que los llevó a un lugar donde los niños del pueblo estaban organizando un festival. Allí se celebraba la diversidad de juegos y danzas.
"¡Qué divertido!"- gritó Ñusta. "¡Deberíamos mostrarles una danza de nuestro pueblo!"-
Entonces, con ritmo en sus corazones, empezaron a bailar y a cantar. Pronto, todos los niños se unieron, y el festival se llenó de alegría y risas.
Al final del día, acurrucados bajo un árbol, Ñoño miró a Ñusta y dijo"Hoy aprendí algo muy importante…"-
"¿Qué aprendiste?"- preguntó Ñusta.
"Que a veces, lo que importa no es ganar, sino disfrutar y compartir con los amigos"- respondió Ñoño.
Con una sonrisa, Ñusta añadió"Y que siempre es bueno intentar cosas nuevas, aunque no sepas cómo lo harás"-
Así, Ñoño y Ñusta regresaron a Pequeñilandia, con el corazón lleno de experiencias. Juntos, descubrieron que cada día puede ser una nueva aventura, siempre que se tenga un amigo con quien compartirla. Y desde ese día, la brújula dorada nunca dejó de guiarlos en sus emocionantes y variadas andanzas.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.