La Aventura de Normi y Leyito
En un pintoresco pueblo llamado Normandía, donde los colores brillantes de las casas se mezclaban con el canto de los pájaros, vivía una pequeña niña llamada Normi. Ella era muy curiosa y cada vez que escuchaba mencionar la palabra —"normas" o —"leyes" , se le iluminaban los ojos. Pero no entendía bien de qué se trataban.
Un día, Normi decidió salir a explorar el bosque que estaba al final del pueblo. Mientras caminaba, vio a un grupo de niños jugando a la pelota. Pero, de repente, un niño llamado Tomi le grita:
"¡Cuidado, Normi! ¡No te acerques! Estamos jugando a la rayuela y necesitamos espacio."
Normi se detuvo en seco.
"¿Pero por qué no puedo jugar?"
"Porque hay una norma de juego que dice que necesitamos un área despejada para saltar. Si no, podríamos lastimarnos."
Eso hizo que Normi se preguntara más sobre las normas. Así que siguió su camino. Al poco tiempo, se encontró con un río cuyas aguas brillaban como diamantes. Allí, conoció a su amigo Leyito, un pequeño pez que parecía muy preocupado.
"Hola Normi, ¿por qué tan pensativa?"
"Hola Leyito, estoy aprendiendo sobre normas y leyes. Pero no tengo ni idea de cómo me sirven…"
Leyito empezó a nadar en círculos, pensativo.
"Las leyes son como las corrientes del río. Sin ellas, el agua podría desbordarse y arrasar todo a su paso. Y las normas son como los pececitos que siguen esas corrientes; todos nos movemos juntos, cuidándonos unos a otros."
Normi pensó un momento y luego preguntó:
"¿Pero qué pasaría si nadie sigue esas leyes y normas?"
"Te contaré una historia. Hace un tiempo, hubo un gran festival en el pueblo. Todos estaban tan emocionados que empezaron a hacer lo que querían, sin respetar las normas. La música fue tan alta que asustó a los animales del bosque, y algunos se perdieron. Al final, el festival se convirtió en un caos, y la gente no pudo disfrutarlo como pensaba."
Normi escuchó atenta.
"Así que, tú quieres decir que las normas ayudan a que todos estemos en armonía y cuidemos unos de otros, ¿verdad?"
"Exactamente. Las normas nos guían para vivir en comunidad y las leyes protegen esos derechos. Son como un contrato invisible que nos ayuda a convivir mejor."
Motivada por la charla, Normi le dijo a Leyito:
"Entonces, ¿ayudamos a que todos entiendan eso?"
Leyito asintió con entusiasmo. Juntos, regresaron al pueblo donde Normi se subió a un pequeño estrado en la plaza. Con su voz clara, dijo:
"¡Hola a todos! Quiero contarles algo importante que aprendí hoy. Las normas son como un mapa que nos guía a todos, y las leyes son como el lugar donde nos cuidamos a nosotros y a los demás. Si no las seguimos, podemos provocar desorden y tristeza. ¡Hagamos de Normandía un lugar alegre y seguro para todos!"
Los niños, sorprendidos por las palabras de Normi, comenzaron a aplaudir. Uno de ellos, muy curioso, preguntó:
"¿Qué nos pasa si no seguimos las normas?"
"Podemos lastimar a otros y a nosotros mismos. Por eso, debemos ser responsables y apoyarnos entre todos. En cualquier juego, en casa o en el colegio, siempre hay que respetar. Las normas son la base de nuestra diversión y felicidad".
La plaza se llenó de sonrisas y risas mientras los niños se comprometían a ser más respetuosos entre ellos.
Desde ese día, Normi y Leyito se hicieron los embajadores de las normas y leyes de su pueblo, y cada vez que alguien preguntaba sobre ellas, ya no había dudas, solo risas y buenas maneras. Así, Normandía se volvió un lugar donde todos podían jugar, aprender y crecer felices juntos.
FIN.