La Aventura de Pati y Pato
Había una vez en un hermoso lago en el campo, una pata llamada Pati y su esposo, un pato llamado Pato. Tenían un nidito acogedor y dos adorables patitos: Pepo y Lila. Sin embargo, el dinero escaseaba y las cuentas no dejaban de llegar.
Una tarde, mientras Pato trataba de arreglar el techo de su casita, Pati se dio cuenta de que necesitaban urgentemente conseguir dinero.
"Pato, tenemos que hacer algo para ganar un poco de plata", dijo Pati con preocupación.
"Tenés razón, Pati. Pero no sé cómo", respondió Pato, un poco desalentado.
Pati decidió que era tiempo de tomar acción.
"Voy a hacer pasteles de semillas de girasol para vender en el mercado del pueblo", propuso Pati, animándose.
Pato sonrió, "Es una excelente idea. Pero necesitarás ayuda para hacer muchos, y yo soy un experto en el arte de hornear pasteles".
Así fue como Pati y Pato se pusieron manos a la obra. Reunieron todos los ingredientes que tenían en casa: semillas de girasol, un poco de harina que les quedaba y, por supuesto, mucha energía. Los patitos miraban curiosos, y entre risas y cucharadas, al final lograron hacer una montaña de pasteles.
"Qué ricos se ven, mamá", dijo Lila emocionada.
"Sí, pero necesito que ustedes me ayuden a decorarlos para que se vean más sabrosos", respondió Pati, mientras les pasaba pequeños recipientes con caramelo.
Los pequeños patitos se esmeraron en decorar los pasteles y poco a poco, la cocina se llenó de color y dulzura. Al otro día, Pati y Pato fueron al mercado.
"¡Pasteles de semillas de girasol, riquísimos y frescos!", gritó Pati, mientras Pato mostraba con orgullo los pasteles al pasar de los compradores.
Los habitantes del pueblo quedaron encantados con los pasteles. En un par de horas, se vendieron todos.
"¡Hicimos mucho dinero!", exclamó Pato.
"Sí, y lo hicimos juntos. Es una alegría compartir esto contigo", respondió Pati, sonriendo.
Esa noche, al regresar a casa, se sintieron felices y aliviados. Pero había algo más que querían transmitir a Pepo y Lila.
"Mis queridos patitos", comenzó Pati, con un brillo en sus ojos.
"Hoy aprendimos algo muy importante", continuó Pato.
"Aunque a veces las cosas se ponen difíciles, siempre hay formas de salir adelante si trabajamos en equipo", dijo Pati.
"Y no solo eso, también es importante ser creativos y no rendirse nunca", añadió Pato.
Los patitos escuchaban con atención.
"Así que cuando algo no salga como esperamos, recordemos que juntos podemos encontrar soluciones, siempre con amor y esfuerzo", concluyó Pati, mientras abrazaba a sus pequeños.
Esa fue la noche en la que Pati y Pato no solo resolvieron un problema económico, sino que también enseñaron a sus hijos el valor del trabajo en equipo y la creatividad. Al final, lo más importante era estar unidos y disfrutar cada momento juntos, sin importar las dificultades que enfrentaran.
Y así, todos felices, se fueron a dormir con una sonrisa, listos para enfrentar lo que el mañana traería.
FIN.