La Aventura de Philia



En el corazón de la zona norte, dos amigas inseparables, Sofía y Clara, tenían un sueño: hacer de su pasión por la cerámica un negocio exitoso. Su emprendimiento se llamaba —"Philia" , un nombre que significaba amistad y amor. Todos los días después del colegio, se reunían en el taller de Clara, donde creaban coloridos jarrones, platos y figuras mágicas.

Una tarde soleada, mientras trabajaban, Sofía dijo:

"Clara, ¿te imaginas que podamos vender nuestras cerámicas en el mercado de la plaza?"

"¡Sería increíble! Pero necesitaríamos más piezas y quizás algunos carteles para que nos vean."

"¡Exacto! ¡Vamos a hacer un montón de cosas nuevas!"

Con mucha energía, las chicas decidieron hacer una gran colección: jarrones de diferentes formas y colores, tazas que parecían sonreír y figuritas de animales adorables. Se pasaron días y noches en el taller, con el barro en las manos e ideias en la cabeza.

Cuando llegó el día del mercado, estaban listas pero nerviosas. Habían elaborado un pequeño cartel que decía: “Philia: Cerámica artesanal”. Sofía, con el corazón latiendo rápido, exclamó:

"Clara, estoy tan emocionada. ¿Y si a nadie le gusta lo que hacemos?"

"No te preocupes, Sofía. Hicimos lo mejor que pudimos. ¡Lo más importante es que nos divirtamos!"

Al llegar al mercado, el bullicio de la gente las envolvió. A medida que colocaban sus piezas en la mesa, notaron miradas curiosas.

"¡Mirá, Sofía! ¡Hay mucha gente!"

"Sí, y parecen interesados."

Pronto, comenzaron a recibir comentarios positivos. Un niño se acercó a admirar una taza de pato que habían hecho.

"¡Es hermosa!" dijo el niño con una sonrisa amplia.

"Gracias, ¡tiene un diseño único!" respondió Clara, feliz.

El día avanzaba y las chicas vendieron casi todo. Pero de repente, un fuerte viento sopló y voló una de sus figuras. Sofía gritó:

"¡Clara, ¡la figura de cerdo!"

"¡No!" exclamó Clara, corriendo tras ella.

Mientras corría, Clara se encontró con una familia que la miraba.

"¡Perdón! ¡Sólo intento atrapar una figura de cerámica!"

La familia rió y ayudó a Clara a atraparla, pero justo cuando lo lograron, el padre le dijo:

"¡Es una obra de arte! ¡¿Puedo comprarla por el doble?"

"¡No, es especial para nosotras!"

Sofía llegó justo a tiempo para escuchar la conversación. Se emocionaron por el interés pero también se sintieron un poco confundidas.

"Clara, ¿qué hacemos?"

"No sé... pero creo que podemos hacer más figuritas. ¡Podemos incluso crear algo que a ellos les guste!"

Las chicas decidieron ser creativas y aceptaron el desafío. Se pusieron a trabajar con el barro, intentando crear algo que nunca antes habían hecho.

Después de varias horas y muchas risas, lograron hacer una hermosa colección de figuritas de animales fantásticos: un dragón, un unicornio y un pez volador.

Cuando regresaron al mercado al día siguiente, la familia que habían conocido el día anterior estaba allí, esperando con ansias sus nuevas creaciones.

"¡No lo puedo creer! Se ven maravillosas" dijo la mamá.

"Gracias, venimos a ofrecer lo que hicimos justo para ustedes" contestó Clara, sonriendo.

Al final del día, no solo vendieron más de lo que esperaban, sino que también conocieron a otros artesanos, quienes las invitaron a unirse a un grupo para compartir conocimientos.

"Mirá, Sofía. ¡Esto se está volviendo más grande de lo que pensábamos!"

"Sí, pero sobre todo, lo estamos disfrutando juntas en nuestra amistad. ¡Eso es lo más importante!"

Desde ese día, Philia no solo vendía cerámica, sino que también se convirtió en un lugar donde todos eran bienvenidos a aprender y soñar. La amistad y la creatividad eran la base de su éxito, y así, Sofía y Clara siguieron creciendo, nunca perdiendo de vista los colores de su amistad.

FIN.

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