La aventura de rescate de Tita


Había una vez dos hermanos llamados Santiago y Felipe que vivían en un pequeño pueblo rodeado de montañas nevadas. Ellos tenían una perra llamada Tita, quien era su mejor amiga y compañera de aventuras.

Un día, mientras jugaban en la nieve, Tita se alejó corriendo detrás de un conejo y no volvió. Los hermanos buscaron por todas partes pero no pudieron encontrarla.

La noche llegó y empezó a nevar muy fuerte, así que tuvieron que regresar a casa con el corazón roto. Durante los siguientes días, Santiago y Felipe buscaron sin descanso a Tita por toda la zona, preguntaron a sus vecinos si habían visto algo pero nadie tenía noticias de ella.

Pasaron varios días hasta que recibieron una pista: alguien había visto a Tita en lo alto de la montaña más alta del pueblo.

Los niños sabían que era peligroso subir allí en invierno debido a las condiciones climáticas extremas, pero decidieron intentarlo igualmente para rescatar a su querida mascota. Así que prepararon todo lo necesario para emprender la arriesgada expedición.

Al llegar al pie de la montaña, comenzaron a escalar con mucho cuidado hundiéndose hasta las rodillas en la nieve blanda y evitando zonas donde podía haber avalanchas. A medida que avanzaban hacia arriba el viento soplaba cada vez más fuerte e incluso parecía aumentar el frío. "¿Crees que encontraremos pronto a Tita?"- preguntó Felipe preocupado.

"No sé hijo, es difícil decirlo" - respondió Santiago tratando de mantener la calma. Después de varias horas de escalada, los niños finalmente llegaron a la cima, pero no había rastro de Tita.

Fue entonces cuando escucharon un ladrido lejano y se dieron cuenta que ella estaba atrapada en una cueva debajo de ellos. Con mucho cuidado, los hermanos descendieron por la montaña hasta llegar a la entrada del agujero donde Tita estaba atrapada.

La perra ladraba emocionada al verlos y movía su cola como si quisiera decirles —"gracias" . Los niños rápidamente buscaron una forma de sacarla y usaron sus abrigos para envolverla y protegerla del frío. Luego comenzaron el descenso hacia casa con Tita entre ellos.

Finalmente llegaron al pueblo y fueron recibidos con aplausos por todos sus vecinos que se habían enterado del rescate heroico.

Desde ese día, Santiago y Felipe aprendieron que nunca debían abandonar a un amigo en problemas sin importar los riesgos que pudieran correr para ayudarlo. Y así fue como siempre recordaban aquel día en que salvaron a su querida mascota Tita gracias al amor incondicional que sentían por ella.

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