La Aventura de Risueña en el País de los Colores



Era un día nublado en la pequeña aldea de Colortierra. Las nubes grises cubrían el cielo y, de a ratos, caía una fina lluvia que hacía que todos se quedaran en casa. Sin embargo, en una casita amarilla, vivía una niña llamada Risueña, que siempre tenía una sonrisa en el rostro, sin importar el clima.

Un día, mientras miraba por la ventana, Risueña vio cómo un arcoíris empezaba a formarse entre las nubes. Ella pensó que era una señal de que algo mágico estaba a punto de suceder. Entonces, decidió salir a investigar.

"¡Mamá! Voy a seguir el arcoíris. Puede que encuentre un tesoro de colores", dijo emocionada.

"Ten cuidado, Risueña. A veces lo que parece maravilloso puede tener sorpresas".

"No te preocupes, ¡soy valiente!", respondió Risueña con una amplia sonrisa.

Con su capa de lluvia azul y su sombrero de colores, Risueña se aventuró bajo la lluvia. A medida que se acercaba al arcoíris, notó que la lluvia empezaba a intensificarse.

De repente, un rayo de luz brilló y, frente a ella, apareció un monstruo pequeño y temeroso. Tenía ojos grandes y un pelaje de mil colores, pero su expresión mostraba que estaba muy asustado.

"¡Hola! No te asustes, soy Risueña".

"Soy Miedoso", contestó el monstruo con voz temblorosa. "Los colores del arcoíris son demasiado brillantes, me da miedo perderme en ellos".

"No tienes por qué tener miedo. Si vamos juntos, te prometo que te cuidaré. Además, los colores son divertidos", dijo Risueña tratando de animarlo.

Miedoso dudó por un momento, pero las palabras de Risueña le daban confianza. Juntos comenzaron a caminar hacia el arcoíris, y mientras más se acercaban, más colores brillantes aparecían alrededor de ellos.

Cuando llegaron a la base del arcoíris, se encontraron con un campo lleno de flores de todos los colores que uno pudiera imaginar.

"¡Mirá! ¡Son hermosas!", exclamó Risueña.

"No lo puedo creer..." murmuró Miedoso, aún algo inseguro.

"¡Ven! ¡Te enseñaré a jugar entre las flores!", invitó Risueña saltando entre los pétalos.

Miedoso apenas se movía, pero poder ver a Risueña disfrutar lo fue llenando de valor. Con cada rayo de sol que atravesaba las nubes, él sentía que sus propios colores se volvían más intensos.

Entonces, un fuerte trueno retumbó y el cielo se oscureció de nuevo. Miedoso se acurrucó, temblando por el miedo que había sentido antes.

"¡Ay no! ¡Es la lluvia! Me quiero ir a casa...", gritó.

"No temas, Miedoso. La lluvia puede ser una aliada. ¡Mirá cómo los colores de las flores brillan con el agua!" dijo Risueña señalando.

"Pero, ¿y si nunca se detiene?", preguntó Miedoso con ojos llenos de dudas.

"A veces hay que recordar que tras la lluvia siempre llega un día soleado. Confía en que todo cambia", lo animó Risueña.

Y así, jugando con los colores y bajo la lluvia, Miedoso comenzó a reírse. Con cada rayo de sol que asomaba entre las nubes, su miedo disminuía. Al final del día, habían encontrado un hermoso charco donde podían saltar y ver los reflejos de todos los colores a su alrededor.

Finalmente, Miedoso se sintió tan feliz que gritó con alegría:

"¡Ahora entiendo! Los colores son una aventura, y hasta se pueden disfrutar con lluvia. ¡Gracias Risueña!".

"Y tú, Miedoso, ¡también eres magnífico! No olvides que ser valiente es enfrentar lo que nos asusta. ¡Vamos a seguir explorando!".

Y así, seguían sus pasos en el lugar lleno de colores, dejando que la lluvia los acompañara hasta que el sol asomara nuevamente, con la promesa de nuevas aventuras por venir.

Risueña y Miedoso regresaron a casa, cada uno llevando en su corazón un nuevo aprendizaje: que a veces los miedos son solo pequeñas sombras que se desvanecen con una sonrisa y que siempre es más divertido compartir la aventura con un amigo.

Esa noche, mientras se arropaban para dormir, Risueña finalmente le dijo a su mamá:

"Mamá, hoy descubrí que los colores son mucho más que solo bellos a la vista; también son momentos compartidos y valentía".

"Comentales a tus amigos, Risueña, la vida está llena de colores esperando a ser descubiertos".

Y así, Racontando historias sobre colores, miedos, risas, y aventuras pasó la niña la noche, soñando con nuevas travesías en un mundo lleno de sonrisas y colores.

FIN.

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