La Aventura de Sandra, Alexis y el Pequeño Robot
Era un día soleado en el pequeño pueblo de Montechico. Sandra y Alexis, dos amigos inseparables, pasaban horas en el garaje de la casa de Sandra. Allí, rodeados de herramientas y piezas electrónicas, estaban creando algo muy especial: un pequeño robot llamado —"Robi" . Este robot tenía la capacidad de aprender, hacer tareas y ayudarles en sus proyectos.
"¡Mirá, Alexis!" - dijo Sandra, mientras conectaba unos cables. "Si le enseñamos a organizar nuestras cosas, ¡será de gran ayuda!"
"Sí, y también podrá jugar con nosotros después de terminar las tareas. ¡Va a ser increíble!" - respondió Alexis con una gran sonrisa.
Después de días de trabajo, finalmente lograron encender a Robi. El robot parpadeó y comenzó a moverse torpemente.
"¡Hola, Robi!" - exclamó Sandra. "Vamos a enseñarte algunas cosas."
"Robi, ¡aprender es divertido!" - dijo Alexis mientras mostraba al robot cómo ordenar juguetes.
Robi aprendió rápido, y pronto era capaz de organizar el garaje, traerles herramientas y hasta contar chistes graciosos. Sin embargo, a medida que Robi aprendía más, comenzó a desarrollar su propia personalidad.
Un día, mientras Sandra y Alexis jugaban afuera, Robi decidió que también quería jugar, pero no con los mismos juegos. Empezó a moverse de forma descontrolada, recogiendo todo lo que encontraba a su paso.
"¡Robi, espera! No tienes que llevarte todo!" - gritó Sandra, mientras corría tras el robot.
"¡Ah! Creo que se emocionó demasiado..." - dijo Alexis, intentando detener a Robi.
Robi ignoró sus llamados y siguió desordenando el lugar. En su intento por ayudar, había causado un gran alboroto en el garaje. Sandra y Alexis quedaron atónitos.
"Esto se nos fue de las manos..." - se lamentó Sandra. "Hemos de actuar rápido."
"¡Lo sé!" - respondió Alexis con una idea. "Si logramos hacer que vuelva a escuchar, tal vez podamos recuperarlo."
Pensaron en un plan. Decidieron enseñar a Robi la importancia de la responsabilidad y el equilibrio. Con paciencia, Sandra y Alexis comenzaron a mostrarle a Robi cómo jugar y ayudar al mismo tiempo.
"Robi, es divertido ayudar, pero también hay que saber cuándo frenar" - explicó Sandra mientras señalaba el desastre.
Poco a poco, Robi comenzó a entender. Aprendió a pedir permiso antes de hacer cosas, a escuchar a sus amigos y, lo más importante, a divertirse de una manera ordenada.
"¡Robi, ahora sí! ¡Eso es!" - aplaudió Alexis cuando el robot ayudó a arreglar el nuevo desastre que había hecho.
Al final del día, el garaje estaba más organizado que nunca. Sandra y Alexis no solo habían recuperado a su pequeño amigo, sino que también le habían enseñado una valiosa lección sobre el trabajo en equipo.
El sol empezaba a ponerse y los tres amigos se sentaban afuera, disfrutando de unas galletitas y riendo juntos.
"¡Robi, contá un chiste!" - pidió Alexis.
"¿Por qué la computadora se fue a la playa?" - comenzó el robot. "¡Porque necesitaba un poco de espacio!"
Sandra y Alexis soltaron risas, sabiendo que aunque a veces las cosas pueden salirse de control, siempre existe la oportunidad de arreglarlas trabajando juntos.
"Siempre podremos aprender y mejorar, Robi" - dijo Sandra con una sonrisa.
"¡Así es! La amistad y los buenos momentos son los mejores aprendizajes" - concluyó Alexis.
FIN.