La Aventura de Santa y los Duendes Traviesos
Era una fría mañana de diciembre en el Polo Norte. Los copos de nieve caían suavemente y el aire estaba lleno de magia navideña. Santa Claus, con su clásico traje rojo y su gran sonrisa, preparaba su taller para la noche más esperada del año. Pero este año, algo raro estaba sucediendo.
"¡Duendes!", gritó Santa desde su oficina. "Necesito ayuda con la preparación de los juguetes para los niños de todo el mundo".
Los duendes, pequeños y llenos de energía, llegaron corriendo, pero este año estaban un poco traviesos.
"¡Hola, Santa!", dijo Duendecillo, el más joven del grupo. "¡Hoy queremos hacer algo diferente!"
"¿Diferente? ¿Como qué?", preguntó Santa, intrigado.
"Queremos hacer una carrera de renos por el taller".
"¡Eso suena divertido! Pero necesitamos terminar los juguetes primero. ¿Qué les parece si hacemos la carrera después de que todo esté listo?"
Los duendes, siempre con ganas de jugar, aceptaron pactar. Mientras tanto, los renos, liderados por Rudolf, miraban expectantes.
"¡Me muero por correr!", exclamó Rudolf, su nariz roja brillante iluminando la habitación. "¡No puedo esperar más!".
Sin embargo, las horas pasaron, y los duendes, cada vez más impacientes, decidieron llevar a cabo su plan travieso. Sin que Santa lo supiera, comenzaron a sacar los juguetes del taller.
"¡Vamos, chicos! ¡A la carrera!" gritó Duendecillo mientras subía sobre el lomo de un reno.
Los renos, emocionados por la idea, se deslumbraron y empezaron a correr. Pero, en su prisa, comenzaron a dejar un rastro de juguetes que se desparramaron por todo el taller.
"¡Oh, no!", exclamó Santa al ver la escena. "¿Qué están haciendo?"
Los duendes miraron a Santa, sus caritas llenas de temor y diversión.
"¡Lo sentimos, Santa! Pero queríamos hacer algo divertido antes de la noche de Navidad", dijeron a coro.
"Entiendo que quieran divertirse, pero la Navidad es un periodo de trabajo y unidad. Todos juntos, ¡haciendo lo que amamos!", dijo Santa con una media sonrisa. Y luego agregó: "¿Por qué no hacemos una combinación de las dos cosas?"
Los duendes se miraron, confundidos.
"¿Cómo?" preguntó Duendecillo.
"Podemos hacer una carrera, ¡pero con los juguetes! Cada uno puede llevar un juguete en su reno y regalarlo a la comunidad de duendes".
Los ojos de los duendes brillaron al escuchar la idea.
"¡Eso suena genial!" corearon. E inmediatamente comenzaron a organizar la gran carrera.
Los duendes eligieron varios juguetes, desde muñecas hasta juguetes de construcción. Se formaron equipos, algunos se montaron en los renos, y el resto se preparó para llevar los juguetes con sus manos.
"¡Listos, listos, ya!" gritó Rudolf.
Y así comenzó la gran carrera. Atravesaron el taller, el enorme árbol de Navidad y, mientras corrían, entregaban juguetes a otros duendes que observaban desde la sidra.
"¡Mirá, ahí viene el duende con la pelota!" gritaba uno de los duendes. "¡Yo la quiero!".
El ambiente se llenó de risas, alegría y un sentido de comunidad que jamás habían experimentado.
Al final, todos llegados juntos a la meta, respirando pesadamente pero sonriendo con alegría.
"Fue la mejor carrera de renos de la historia", dijo Duendecillo emocionado.
"¿Vieron lo increíble que fue compartir esos juguetes con los demás?", preguntó Santa mientras abrazaba a los duendes. "La verdadera magia de la Navidad está en compartir y dar amor a quienes nos rodean".
Desde entonces, cada año, en el taller del Polo Norte, los duendes organizan la carrera de juguetes que no solo les permite divertirse, sino también aprender la importancia de la generosidad y la unidad.
Y Santa Claus, feliz y orgulloso de sus pequeños amigos, siempre recordará que a veces, la mejor manera de disfrutar es compartir lo que tenemos con los demás.
FIN.