La Aventura de Santino en el Río de San Pedro



Era un caluroso día de verano en Córdoba. La tarde comenzaba a caer y una suave brisa hacía que el calor fuera más llevadero. Santino, un niño lleno de curiosidad y energía, decidió que era un buen momento para explorar los alrededores del río San Pedro. Con su gorra y una mochila llena de bocadillos, se aventuró hacia la orilla.

Al llegar, se encontró con un paisaje impresionante. El agua del río brillaba bajo el sol, y los árboles que lo rodeaban ofrecían sombra y frescor. Santino se sentó en una piedra y comenzó a disfrutar de su merienda cuando, de repente, escuchó un balido extraño.

- ¿Qué fue eso? - se preguntó Santino, mirando a su alrededor.

Decidido a averiguarlo, se puso de pie y siguió el sonido. Caminando entre los arbustos, llegó a un pequeño claro donde encontró a una oveja atrapada en una enredadera.

- ¡Oh, pobrecita! - exclamó Santino. - ¿Cómo llegaste ahí?

La oveja, que era blanca como la nieve y tenía ojos grandes y curiosos, parecía asustada. **Santino se acercó con cuidado.**

- No te preocupes, voy a ayudarte - dijo con confianza. Santino comenzó a deshacer las enredaderas con suavidad.

Cuando finalmente liberó a la oveja, esta saltó contenta.

- ¡Gracias, amigo! - dijo la oveja, para sorpresa de Santino. - Soy Dama, la oveja más curiosa de todos los alrededores. Siempre estoy explorando, pero a veces me meto en problemas.

- ¡No puedo creer que hables! - exclamó Santino, asombrado. - ¿Te gustaría jugar conmigo a la orilla del río?

- Me encantaría, pero primero debo regresar a casa. Mis amigos deben estar preocupados - contestó Dama.

Santino se sintió un poco triste, pero comprendió.

- ¿Y si te acompañara? Así te aseguro que llegas sana y salva - propuso.

- Eso sería genial, ¡vamos! - respondió Dama entusiasmada.

Los dos comenzaron a caminar juntos, contando historias sobre sus aventuras. Santino le contó a Dama sobre los días de verano en Córdoba, sobre los juegos en el río y sobre su sueño de ser un gran explorador. Dama, por su parte, relató historias de sus travesías por el campo y su amor por la libertad.

De pronto, se dieron cuenta de que estaban en un lugar desconocido. Santino se miró a Dama, un poco preocupado.

- ¿Dónde estamos? - preguntó Santino.

- No estoy segura. Creo que nos hemos desviado un poco - dijo Dama.

- No te preocupes, ¡tenemos que encontrar el camino de regreso! - dijo Santino, decidido.

Pero, justo en ese momento, una sombra apareció sobre ellos. Era un grupo de aves que volaban en círculos.

- ¡Ay, no! - gritó Dama. - ¡Las aves nos están asustando!

Santino, pensando rápido, recordó que a los pájaros les gustan los ruidos suaves. Entonces, comenzó a cantar una cancioncita que había aprendido mientras ayudaba a su mamá en la cocina. Dama, única oyente, lo acompañó con su balido:

- ¡Baaaaaa! ¡Baaaaaa! - ritmicamente, como si marcara el compás de la canción.

Las aves, intrigadas, se detuvieron a escucharlos. Con el tiempo, se alejaron volando, siguiendo el sonido de la melodía.

- ¡Lo logramos! - exclamó Santino, riendo aliviado. - ¡Eres una gran cantante!

- Y tú un gran músico - respondió Dama, emocionada.

Luego de un rato siguiendo el camino que Santino recordaba, finalmente llegaron a la gran colina donde vivía la familia de Dama. Había un hermoso paisaje de pasto verde, árboles frutales y más ovejas pastando tranquilos. Dama corrió hacia sus amigos, emocionada.

- ¡Miren quién trajo un nuevo amigo! - gritó Dama a las otras ovejas.

Santino se sintió feliz. Su nueva amiga había encontrado su camino de regreso, y él había vivido una gran aventura. Las ovejas se reunieron alrededor de ellos, curiosas.

- Este verano será especial, ¿no creen? - preguntó Santino, con una gran sonrisa en su rostro.

- ¡Sí! - respondieron todas las ovejas al unísono.

- Entonces, ¿qué les parece si hacemos una fiesta en la colina para celebrar? - propuso Santino con entusiasmo.

- ¡Es una idea maravillosa! - dijo Dama, saltando de alegría.

Así, Santino y Dama organizaron la fiesta. Invitaron a todos los animales del campo y, ese verano, en la colina de San Pedro, se celebró la fiesta más divertida y colorida que se había visto, llena de risas, música y bailes.

La amistad de Santino y Dama creció a partir de esa aventura. Juntos aprendieron que, aunque a veces se puede perder el camino, siempre hay una manera de volver a casa ¡Y que las aventuras son mucho más divertidas cuando se comparten con amigos!

FIN.

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