La Aventura de Santino, Pako y Lucas
Había una vez un niño llamado Santino que vivía en un lindo barrio de Buenos Aires. Un día soleado, decidió llevar a pasear a su perro Pako a la plaza del vecindario.
Santino y Pako caminaban contentos por las calles hasta llegar a la plaza. Al llegar, se encontraron con muchos niños jugando en los columpios, subiendo y bajando por los toboganes y corriendo por todos lados.
Pako se emocionó al ver tantas personas y comenzó a correr detrás de una pelota que unos chicos estaban pateando. Santino intentaba llamarlo, pero el perro estaba demasiado distraído para escucharlo. "-¡Pako! ¡Vuelve aquí!" gritaba Santino mientras corría tras él.
De repente, Pako tropezó con una piedra y cayó al suelo. El perro se lastimó una de sus patitas y comenzó a llorar de dolor. Santino se preocupó mucho al verlo así e inmediatamente buscó ayuda.
Afortunadamente, había una señora mayor sentada en un banco cercano que vio todo lo sucedido. Se acercó rápidamente hacia ellos y les ofreció su ayuda. "-Tranquilo, pequeño amigo", dijo la señora mientras revisaba la patita herida de Pako. "Creo que solo es un esguince leve".
La mujer llevó a Santino y Pako hasta una fuente cercana donde lavaron cuidadosamente la herida con agua fresca. Luego envolvieron la patita del perro con un pañuelo limpio para protegerla. "-Muchas gracias por ayudarnos", dijo Santino con gratitud.
"¿Cómo se llama usted?""-Me llamo Rosa. Soy una vecina del barrio y siempre estoy dispuesta a ayudar a los demás", respondió la amable señora. Santino y Pako estaban muy agradecidos por la ayuda de Rosa.
Decidieron pasar el resto del día en la plaza para que el perro pudiera descansar su patita y recuperarse. Mientras Santino observaba a los otros niños jugar, se dio cuenta de algo interesante.
Había un niño llamado Lucas que estaba sentado solo en un rincón, mirando tristemente cómo los demás se divertían. Santino decidió acercarse a Lucas y preguntarle si quería jugar con él y Pako. Aunque al principio Lucas parecía tímido, pronto aceptó la invitación con una sonrisa en el rostro.
Los tres comenzaron a jugar juntos: corrieron detrás de las palomas, lanzaron frisbees y disfrutaron del sol mientras reían sin parar.
Al final del día, cuando llegó la hora de irse, Lucas le dio las gracias a Santino por haberlo incluido en sus juegos. Se despidieron con una promesa de volver a verse en la plaza al día siguiente. A medida que pasaban los días, Santino, Pako y Lucas se convirtieron en grandes amigos.
Juntos aprendieron sobre compartir, ayudarse mutuamente y nunca dejar a nadie afuera. La historia de Santino y su perro Pako nos enseña que incluso en momentos difíciles podemos encontrar personas amables dispuestas a ayudarnos.
También nos muestra lo importante que es ser inclusivos y hacer sentir bienvenidos a los demás. Y así, Santino, Pako y Lucas siguieron disfrutando de maravillosas aventuras en la plaza del barrio, creando recuerdos que durarían para siempre.
FIN.