La Aventura de Sebastián, Rodrigo y Poli
En un lugar lejano llamado Batallas, vivían dos mejores amigos, Sebastián y Rodrigo. Este lugar era especial, lleno de árboles altos y un río que brillaba como el sol. La cabaña de los chicos estaba hecha de cartón, pero eso no les importaba, ya que consideraban que era el mejor hogar del mundo.
Un día soleado, mientras jugaban en el jardín, sus risas llenaban el aire. Tenían un compañero especial, un perico llamado Poli. Pero no era un perico común, era mágico. Poli podía hablar y, además, tenía el poder de volar tan alto que podía casi tocar las nubes.
"Hoy es un gran día para jugar, ¿no?", dijo Sebastián, mientras acariciaba la cabeza de Poli.
"¡Sí! ¿Qué tal si hacemos una carrera hacia el río?", propuso Rodrigo, emocionado.
"¡Aguarden!", chilló Poli, volando de un lado a otro. "No se olviden de mí, ¡yo también quiero jugar!".
Sin embargo, mientras los chicos corrían hacia el río, Poli decidió seguir a una mariposa brillante que volaba cerca de las flores. Estaba tan concentrado que ni se dio cuenta de lo lejos que se alejaba. Cuando regresaron, Poli ya no estaba.
"¿Dónde está Poli?", preguntó Rodrigo, mirando a su alrededor con preocupación.
"Lo perdimos..." murmuró Sebastián con tristeza.
"No podemos quedarnos aquí, ¡tenemos que buscarlo!", afirmó Rodrigo.
Y así, los dos amigos se embarcaron en una emocionante búsqueda. Primero decidieron ir al bosque.
"Poli, ¡ven aquí!", llamaba Sebastián una y otra vez.
"Tal vez fue hacia la colina", sugirió Rodrigo, con la esperanza en su voz.
Subieron la colina, y en la cima, se encontraron con un grupo de criaturas del bosque que nunca habían visto. Eran pequeños duendes y hadas.
"¿Han visto a nuestro amigo Poli?", preguntó Sebastián con voz temblorosa.
"Sí, lo vimos volar hacia el lago. Es un pájaro muy divertido", dijo una hada, floreando sus alas.
Siguiendo la dirección que les indicaron, los chicos llegaron al lago.
"Poli, ¡estás aquí!", exclamó Rodrigo al ver lo brillante que se veía el agua. Pero, al mirar más cerca, se dieron cuenta de que Poli no estaba a la vista.
"Podríamos construir un barco de hojas y ramas para navegar por el lago", sugirió Sebastián.
"¡Es una gran idea!", respondió Rodrigo.
Así que armaron una pequeña embarcación. Juntos, con mucho esfuerzo, lograron hacer un barco resistente y se lanzaron al lago a buscar a Poli.
Mientras buscaban, de repente, un fuerte viento sopló, haciendo que el barco girara y se desbalanceara.
"¡Ay no! ¡Todo se está moviendo!", gritó Sebastián.
"¡Agárrate fuerte!", dijo Rodrigo mientras ajustaba el rumbo.
El barco logró estabilizarse y continuaron su búsqueda. Finalmente, escucharon un suave chirrido.
"¿Qué fue eso?", preguntó Sebastián, intrigado.
"¡Escucha, es Poli!", exclamó Rodrigo, mirando hacia unos arbustos en la orilla.
Se acercaron rápidamente y, entre las hojas, encontraron a Poli un poco desorientado, pero a salvo.
"¡Poli! ¡Nos preocupamos mucho por vos!", gritó Sebastián feliz.
"Perdón chicos, vi una mariposa muy linda y me fui a seguirla", se disculpó Poli, batiendo sus alas.
"Tienes que tener más cuidado, Poli. Siempre avísanos si te alejas", recordó Rodrigo, aunque aliviado de tenerlo de regreso.
El trío se abrazó fuertemente y juntos regresaron a su cabaña. Caminando por el bosque, Sebastián tuvo una idea.
"¡Hagamos un señalador para que nos avise si alguien se aleja!"
"¡Sí! Así nunca más perderemos a un amigo", dijo Rodrigo emocionado.
Y así, entre risas, regresaron su hogar, sabiendo que lo más importante era cuidarse unos a otros. Aprendieron que la amistad significa compartir, cuidarse y siempre volver a estar juntos.
Desde ese día, Poli siempre voló alto, pero nunca se alejó demasiado sin avisar. Y la cabaña de cartón en Batallas, siempre fue un lugar lleno de risas y aventuras mágicas.
FIN.