La Aventura de Ser Docentes
Era un día soleado cuando Nahir, Yanela, Ángeles y Rocío decidieron reunirse en la cafetería del barrio. La aroma del café recién hecho y el sonido de las charlas creaban un ambiente acogedor, perfecto para compartir sus historias después de un largo día de clases. Las cuatro amigas habían realizado su primera práctica docente, y estaban ansiosas por contarse todas las anécdotas.
"¡Chicas! No saben lo que me pasó en mi primer día en la escuela primara!" empezó Nahir con una sonrisa entusiasta. "Llegué a clase con un montón de materiales y me olvidé el cuaderno de los chicos. Pero, al final, improvisé y les enseñé cómo hacer barcos de papel. ¡Fue increíble ver sus caritas de emoción!"
"Eso suena genial, Nahir!" intervino Yanela, que no podía esperar para contar su historia. "Yo tenía que explicarles el ciclo del agua, y en un momento decidí hacer un experimento. Llené una botella con agua y puse un globo arriba para simular nubes. Al final, llovió en el aula, pero todos aprendieron y se divirtieron mucho!"
Las amigas se reían entre sí, compartiendo esas locuras que pasaron en sus primeros pasos como docentes.
"Yo fui un desastre con la hora de leer", dijo Ángeles, todavía riéndose. "Pensé que iba a ser fácil, pero los chicos no paraban de hacer preguntas. Al final, decidí hacer una competencia de lectura, y separado en grupos. ¡Jajaja, Nahir, no las podías parar! ¡Querían leer más y más!"
"¿Y qué hay de vos, Rocío?", preguntó Nahir. "Contanos tu experiencia!"
Rocío sonrió, un poco tímida. "Bueno, en mi clase, traté de contarles sobre la diversidad. Tenía un par de hijos de diferentes culturas y, al principio, sentí que no sabía cómo conectarles. Pero al final, hicimos un mural donde cada uno trajo algo de su cultura y lo exhibimos. ¡Todos estaban tan orgullosos! Me di cuenta que no importa de dónde venimos, siempre hay algo que aportar."
Las amigas asintieron, sintiendo la alegría que compartieron en esos momentos. De repente, Nahir puso su mano sobre la mesa, con un brillo en sus ojos. "¿Se dan cuenta? No solo hemos enfrentado desafíos, sino que cada uno de nosotros ha encontrado una manera única de conectar con los chicos. Eso es lo bello de ser docente."
Entonces, unas chispas de inspiración brotaron en la conversación.
"Y pensar que al principio sentía miedo de no ser suficiente. Ahora sé que al final del día lo que cuenta es el esfuerzo y la pasión que ponemos", agregó Yanela.
"Sí, y lo importante que es estar ahí para ellos. No siempre sale como pensamos, pero verlos crecer y aprender es lo que más vale", aportó Ángeles.
Rocío agregó, mientras miraba a sus amigas con aprecio. "Nos hemos animado tanto. Al final, somos como una gran familia de docentes, y esto solo nos hace más fuertes. ¡Podríamos hacer una reunión cada semana para compartir nuestras aventuras y aprender juntas!"
Las cuatro amigas se miraron con complicidad y, sin dudarlo, levantaron sus vasos de jugo y gritaron a la vez: "¡A la aventura de ser docentes!"
Así, entre risas y anécdotas, se forjó un lazo aún más fuerte entre ellas. Comprendieron que la práctica docente no solo era un camino lleno de desafíos, sino también de recompensas y aprendizaje compartido. Al final, lo más importante no era ser la mejor docente, sino ser la más apasionada.
Y esa fue solo una de muchas reuniones que las cuatro amigas tendrían, llevándolas a vivir un sinfín de experiencias inolvidables en su camino como futuras docentes.
FIN.