La Aventura de Sofía



Había una vez, en un pequeño barrio, una niña llamada Sofía. Sofía tenía 5 años y había dos cosas que le daban mucho miedo: los insectos y la oscuridad. Cada vez que veía una mariposa revoloteando o escuchaba un zumbido, se tapaba los ojos y gritaba:

- ¡No, por favor, que se vaya!

Su mamá, siempre muy cariñosa, intentaba explicarle:

- Sofía, los insectos son nuestros amigos. Ellos ayudan a las flores a crecer y también a los árboles.

Pero Sofía solo podía pensar en lo asquerosos que le parecían. Por las noches, cuando se apagaban las luces de su habitación, Sofía se metía bajo las cobijas, abrazando su oso de peluche.

- ¡Mamá! - gritaba. - ¡No me dejes sola! ¡Tengo miedo de la oscuridad!

Su mamá venía de inmediato y le decía:

- No tengas miedo, Sofía. La oscuridad no es mala. En realidad, se llenará de cosas hermosas si aprendes a mirar.

Un día, Sofía estaba jugando en el parque con sus amigos. De repente, una mariposa brillante se posó sobre su hombro. Todos sus amigos se quedaron asombrados, pero Sofía se asustó tanto que salió corriendo hacia su casa.

Esa noche, mientras Sofía se acurrucaba en su cama, escuchó un suave murmullo. Se asomó y vio a su mamá sentada junto a ella.

- ¿Mamá, qué ruido es ese? - preguntó Sofía con voz temblorosa.

- Es el sonido del viento, Sofía. ¿Te gustaría escuchar un cuento sobre una pequeña mariposa? - ofreció su mamá.

- ¡Sí! ¡Quiero escuchar! - exclamó Sofía con curiosidad.

Entonces su mamá comenzó a contarle sobre una mariposa llamada Clara, que tenía un brillo especial.

- Clara vivía en un bosque mágico. No le temía a nada. Junto a sus amigos, exploró lugares maravillosos, llenos de luces y colores. Pero un día, la mariposa descubrió que las cosas que más miedo le daban eran las que más le enseñaron sobre la vida.

- ¿Qué le pasó? - preguntó Sofía, intrigada.

- Clara decidió enfrentarse a su miedo a la oscuridad. Al hacerlo, encontró un mundo lleno de luces titilantes: luciérnagas danzantes y estrellas que brillaban en el cielo. También conoció a otros insectos que le enseñaron sobre la amistad y la importancia de cuidar la naturaleza, - contestó su mamá.

La historia hizo que Sofía se sintiera un poco más valiente. Al día siguiente, se armó de valor y decidió explorar el jardín en la luz del día. Mirando bien, descubrió una gran variedad de insectos:

- ¡Mirá, mamá! ¡Una mariquita! - exclamó Sofía.

Vio cómo se deslizaba suavemente sobre una hoja. Sofía sonrió, esta vez no sintió miedo.

Más tarde, cuando se hizo de noche, Sofía recordó la historia de Clara. Tomó una linterna que tenía en su cuarto.

- Si Clara pudo, yo también puedo - se dijo a sí misma. Con la linterna en mano, empezó a brillar en la oscuridad. Se dio cuenta de que podía ver las sombras moverse y que, si observaba con atención, podía ver las estrellas que brillaban fuera de su ventana.

- ¡Mirá, mamá! Las estrellas son como pequeñas luciérnagas en el cielo - dijo Sofía, emocionada.

Su mamá sonrió y le dijo:

- Exactamente, Sofía, todo tiene su belleza, incluso en la oscuridad.

Con el tiempo, Sofía dejó de tenerle miedo a los insectos y a la oscuridad. Aprendió que la oscuridad no es aterradora y que los insectos son parte del hermoso mundo que la rodea. Incluso hizo un nuevo amigo, un pequeño gusano a quien llamó Gusi. Sofía y Gusi se convirtieron en un gran equipo, explorando y disfrutando cada día como una nueva aventura llena de luz.

Más tarde, en un día soleado, Sofía decidió preparar un pequeño jardín en el patio de su casa.

- Tengo que invitar a los insectos a vivir aquí - dijo, mientras llenaba las macetas con tierra.

Plantó flores de todos los colores y notó que, mientras trabajaba, una abeja vino a visitarlo. En vez de correr, Sofía la observó.

- ¡Hola, amiguita! - dijo con una sonrisa - Gracias por ayudar a las flores a crecer.

La abeja pareció sonreírle y continuó su trabajo. Sofía se dio cuenta de que todo en la naturaleza tiene un papel especial.

Y así, Sofía creció siendo valiente y curiosa. Aprendió que la vida está llena de sorpresas, siempre y cuando uno esté dispuesto a mirar más allá de sus miedos.

FIN.

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