La Aventura de Sofía, Abuela Clara y Max
Era un día soleado en el barrio de El Parque Verde, donde la pequeña Sofía solía jugar con su mejor amigo, un perro llamado Max. Max era un perro de raza mestiza, de pelaje marrón y ojos brillantes, que siempre estaba dispuesto a correr y a hacer travesuras.
Una mañana, Sofía le dijo a su abuela Clara: "¡Abuela! ¿Podemos llevar a Max al parque? Quiero que juegue con los demás perros."
Abuela Clara, que siempre estaba lista para una aventura, sonrió y respondió: "Claro que sí, Sofía. Vamos a preparar una merienda para llevar y luego salimos."
Juntas, empacaron galletitas, agua y un frisbee para Max. Cuando llegaron al parque, todo parecía perfecto. El sol brillaba y había muchos perros jugando en el área de esparcimiento. Sofía soltó a Max y él salió corriendo como un rayo, saludando a todos sus amigos animals.
Mientras Sofía disfrutaba de un rato con su abuela, notó algo extraño. En el rincón del parque, había un grupo de niños que parecía estar discutiendo. Sofía se acercó y escuchó.
"No quiero jugar contigo, tu perro no sabe atrapar la pelota", dijo uno de los niños enojado.
Sofía, que siempre había sido una niña amable, decidió intervenir. "¡Hola! Soy Sofía, y este es Max. A Max le encanta jugar a atrapar pelotas, ¿por qué no lo intentan?"
Los niños miraron a Sofía con curiosidad. "Pero es un perro mestizo, no puede ser tan bueno", dijo otra niña.
Con confianza, Sofía invitó a todos. "Démosle una oportunidad, a veces los más pequeños pueden sorprendernos. ¡Vamos a jugar juntos!"
Así, Sofía tomó una pelota y se la lanzó a Max. Él la atrapó en el aire, dando vueltas antes de aterrizar. Todos los niños se quedaron boquiabiertos.
"¡Guau! ¡Max es increíble!", gritó uno de los chicos.
Encantada, Sofía se acercó a Max y le acarició la cabeza. "¿Ves, Max? ¡Podés hacer que todos se diviertan!" Max movió la cola, feliz de participar en la diversión.
Los niños comenzaron a jugar juntos, y en poco tiempo, se formó un ambiente de risa y alegría. Pero, de repente, el park esparcimiento se sintió más vacío. Sofía miró hacia el lago del parque, donde un pequeño pato había quedado atrapado entre unos arbustos.
"¡Abuela Clara! ¡Miren!", exclamó Sofía. "Ese pato necesita ayuda!"
Abuela Clara se acercó. "Tienes razón, Sofía. Debemos hacer algo. ¿Alguien sabe cómo ayudar al pato?"
Los niños, que ahora eran amigos, comenzaron a pensar en ideas. "Podemos usar el frisbee para sacarlo!", sugirió un niño.
Sofía asintió. "Buena idea. Vamos!"
Juntos, con Max supervisando, utilizaron el frisbee para empujar suavemente al pato hacia la orilla. Después de unos momentos de esfuerzo, lograron que el pato se liberara. Todos aplaudieron mientras el pato, agradecido, nadaba felizmente.
"¡Lo hicimos! ¡Fue genial!", gritó uno de los niños.
Sofía sonrió y miró a su alrededor. "El trabajo en equipo es increíble. ¡Juntos podemos hacer cosas grandiosas!"
Con Max como su compañero, y la ayuda de todos los nuevos amigos, Sofía y Abuela Clara regresaron a casa, llenas de historias para contar. La mañana había comenzado con un simple juego, pero terminó en una aventura inolvidable.
Desde entonces, el parque se convirtió en el lugar donde Sofía, Abuela Clara, Max y sus amigos se reunían a diario para jugar, reír y ayudar a otros, porque a veces, un pequeño acto de bondad puede hacer una gran diferencia.
FIN.