La Aventura de Sofía y Bart



Era un día soleado en la gran ciudad. Sofía, una niña curiosa y llena de energía, había llegado con sus padres para explorar las maravillas urbanas. La ciudad estaba llena de colores, sonidos y nuevos olores. Sin embargo, en medio de tanto bullicio, algo inesperado sucedió: mientras sus padres admiraban un enorme edificio, Sofía se distrajo con un globo de colores que volaba alto en el aire. Cuando finalmente miró alrededor, pudo sentir que algo andaba mal. Se había separado de ellos.

Sofía comenzó a caminar en círculos, esperando ver a sus padres entre la multitud. Pero cada vez que giraba, solo veía rostros desconocidos. La ansiedad la invadió y, sin poder contener las lágrimas, se sentó en un banco de la plaza. Allí, con las mejillas empapadas con sus lágrimas, se preguntaba qué haría sin ellos.

En ese momento, apareció Bart, un gato callejero de pelaje atigrado y ojos brillantes. Era un gato con mucha experiencia en la vida urbana, y al ver a Sofía tan triste, no pudo evitar acercarse.

-Bart: "Hola, pequeña. ¿Por qué lloras así?"

-Sofía (lavándose las lágrimas): "Me perdí... no encuentro a mis papás. ¡No sé qué hacer!"

-Bart, sintiendo una mezcla de empatía y curiosidad, decidió que tenía que ayudar a la niña.

-Bart: "No te preocupes, yo te ayudaré a encontrarlos. Soy un experto en esta ciudad. Vamos, sigue mis pasos."

Sofía asintió, secándose las lágrimas.

-Sofía: "¿De verdad? ¡Gracias, Bart!"

Juntos, se adentraron por las calles de la ciudad. Bart les enseñó a cruzar la calle de manera segura, salir de los lugares más bulliciosos y estar siempre atentos a los demás.

-Bart: "Recuerda, siempre hay que mirar a los lados antes de cruzar. La ciudad puede ser muy ocupada".

Sofía sonrió, empezando a sentir un poco de confianza.

Mientras buscaban, Bart le mostró varios lugares interesantes.

-Bart: "Mirá, aquí hay una fuente enorme. A veces, las personas que buscan a sus amigos vienen aquí. ¿Ves aquella señora con los globos?"

Sofía asintió y corrió hacia ella.

-Sofía: "¡Disculpe! ¿Ha visto a mis papás?"

La señora sonrió y respondió: "Lo siento, pequeña. Pero si quieres, puedo ayudarte a buscar en la plaza. Toma un globo para que te sientas mejor mientras lo hacemos."

Sofía se sintió un poco más animada, pero aún no había encontrado a sus papás.

-Bart: "No te desanimes, Sofía. Apuesto a que escuchas a alguien que grita tu nombre más adelante. Vamos a buscar, no te rindas".

Siguieron adelante y, al llegar a una esquina, Sofía escuchó una voz familiar.

-Mamá (gritando): "¡Sofía!"

-Sofía (corriendo): "¡Mamá!"

Bart la siguió, sintiendo que había realizado una buena acción. Cuando finalmente llegó junto a su mamá y su papá, los abrazó con todas sus fuerzas.

-Papá: "¡Estábamos tan preocupados!"

Sofía, entre abrazos, se dio vuelta para buscar a Bart, pero el gato ya se había alejado.

-Sofía: "¡Bart!"

A lo lejos, vio a Bart caminar por la plaza. Con una sonrisa, se despidió de él vacío de tristeza.

-Sofía: "Gracias, Bart. ¡Eres un gran amigo!"

Ya con sus papás a su lado, Sofía sabía que siempre recordaría esa aventura y lo importante que era estar juntos y ser cautelosos en la ciudad.

Esa mañana, Sofía aprendió que aunque la vida puede ser un poco lujosa o aterradora a veces, siempre hay amigos que nos pueden ayudar y que nunca debemos perder la esperanza.

FIN.

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