La Aventura de Sofía y Mia en el Río Contaminado
Era una mañana soleada cuando Sofía decidió llevar a su pequeña gatita, Mia, a dar un paseo por el bosque cercano. Sofía siempre había sentido curiosidad por el río que corría al final de su barrio.
"¿Vamos, Mia? Hoy vamos a descubrir qué hay en nuestro río", dijo Sofía emocionada.
Mia, que era una gatita curiosa, maulló con alegría y las dos amigas se encaminaron hacia el río. Al llegar, Sofía se sorprendió al ver que el agua no era cristalina como recordaba, sino que estaba llena de residuos y basura.
"¡Mirá, Mia! El río está sucio", exclamó Sofía con tristeza.
Mia, mirando a su alrededor, notó que algunos peces saltaban luchando por salir a la superficie y que una tortuga trataba de alejarse de un montón de plásticos flotantes. Sofía se arrodilló al borde del río que parecía gritar por ayuda.
"Esto no puede ser normal, Mia. Los animales están en problemas", dijo Sofía, preocupada.
De repente, escucharon un débil quejido. Sofía miró más de cerca y vio a un pez atrapado entre los residuos.
"¡Pobrecito! ¡Tenemos que ayudarlo!", gritó Sofía.
"¡Miau!", respondió Mia, y corrió a su lado. Con cuidado, Sofía metió la mano en el agua turbia y logró liberar al pez. Este, agradecido, nadó rápidamente hacia la libertad.
"Un pez menos atrapado, pero aún hay muchos más", lamentó Sofía.
La niña miró a su alrededor y vio que los demás animales parecían estar en problemas. Entonces, tuvo una idea.
"¡Mia! Si podemos ayudar a uno, podemos ayudar a más. Vamos a hacer una campaña para limpiar el río!", exclamó con entusiasmo.
Mia maulló con fuerza, como si entendiera la importancia de la misión. Sofía corrió de vuelta a casa, donde se puso a hacer carteles. Escribió: "¡Ayudemos a limpiar nuestro río!" y dibujó imágenes de peces felices nadando en un agua limpia.
Al día siguiente, Sofía, Mia y su familia invitaron a todos los vecinos a unirse a la limpieza del río. Al principio, unos pocos se mostraron escépticos.
"¿Para qué sirve? Está muy sucio", comentó un vecino.
Pero Sofía, con determinación, les explicó cómo la contaminación afectaba a los peces y a las tortugas.
"Si no hacemos nada, ellos morirán y el río nunca podrá volver a ser lo que era. ¡Ayudemos a nuestros amigos animales!", animó.
Poco a poco, más personas se unieron. Con bolsas, guantes y muchas ganas, todas las manos se pusieron a trabajar. Sofía y Mia lideraron el equipo, recogiendo basura y limpiando el agua. Mientras trabajaban, vieron cómo los peces y las tortugas comenzaban a acercarse, y fue una escena mágica.
Luego de varias horas de esfuerzo, el río brillaba bajo el sol nuevamente.
"¡Mirá, Mia! Ya podemos ver el fondo. ¡Los peces son felices!", gritó Sofía llena de alegría.
"Miau, miau!", respondió la gatita, mirando cómo uno de los peces saltaba por el aire como si estuviera celebrando.
El río poco a poco empezaba a recuperarse, y la comunidad estaba orgullosa de su trabajo. Un año después, todos se reunieron de nuevo para celebrar el Día del Río, donde todos recordaron la importancia de cuidar el ambiente.
Sofía, junto a Mia, contaron sus aventuras y cómo, gracias a la unión de todos, el río había regresado a su esplendor.
"Nunca debemos rendirnos cuando se trata de ayudar a nuestra casa y a los seres que la habitan", concluyó Sofía ante el grupo.
Mia, al escuchar el aplauso de todos, levantó su patita y maulló con orgullo. Así, Sofía y Mia aprendieron que cuidar el planeta era una gran aventura, que cada pequeña acción cuenta y es capaz de hacer la diferencia.
FIN.