La Aventura de Sofía y su Nuevo Amigo
Un soleado domingo, Sofía, una niña de seis años, decidió ir al parque. Con su cabello al viento y su sonrisa brillante, corrió hacia los columpios. Sin embargo, lo que encontró esa tarde cambiaría su vida.
Mientras se balanceaba, Sofía notó algo en el rincón del parque, cerca de un árbol. Era un perrito pequeño, solitario, con el pelaje sucio y los ojos tristes.
- ¡Hola, perrito! - exclamó Sofía, acercándose con cuidado.
El perro levantó la cabeza, pero no se movió. Sofía se agachó.
- ¿Tienes hambre? - le preguntó, y el perrito ladró suavemente. Sofía sintió un gran nudo en el corazón.
Decidida a ayudarlo, corrió a su casa.
- Mamá, mamá, encontré un perrito en el parque. ¡Está muy triste y tiene hambre! - dijo Sofía, mientras entraba a la cocina.
Su madre, sorprendida, la miró.
- Sofía, cariño, sabemos que hay muchos perritos en la calle, pero debemos estar seguros de que este perrito es amigable. -
Sofía asintió con determinación.
- Por favor, mamá, le prometo que lo cuidaré. Solo necesita un hogar. -
La madre suspiró y, al ver la pasión en los ojos de su hija, decidió ayudarla. Juntas, prepararon comida para el perrito y le dieron un baño.
- Vas a estar bien, amiguito. Te llamaremos Max. - dijo Sofía, acariciando su suave cabeza.
Con el tiempo, Max se fue adaptando a su nuevo hogar. Jugaba con Sofía en el jardín y nunca olvidaba las golosinas que le daba.
Un día, mientras jugaban a atrapar la pelota, Max corrió hacia un grupo de niños que paseaban en bicicleta.
- ¡Mami, Max se fue! - gritó Sofía, corriendo tras él.
Sofía encontró a Max rodeado de niños.
- ¡Mirá, Sofía! ¡Qué perro tan divertido! - dijo Tomás, un niño del barrio.
- ¡Sí, es mi mejor amigo! - contestó Sofía, aliviada.
Max parecía disfrutar de la atención, pero Sofía se preocupó.
- Recuerden, chicos, Max es un perro de casa. - les explicó.
- ¡Qué bueno que lo adoptaste! - le dijeron los niños.
Al ver cómo Sofía cuidaba de Max, los niños empezaron a preguntarle.
- ¿Cómo hiciste para que Max sea así de feliz?
- Lo cuidé, le di amor y comida. Creo que todos los perros merecen un hogar.
Los niños se miraron y se sonrieron.
- ¡Nos gustaría ayudar! Podemos hacer una recolecta para perritos sin hogar. - sugirió Ana, otra niña del grupo.
Sofía se emocionó.
- ¡Gran idea! Juntos podemos ayudar a muchos perros, como yo ayudé a Max.
Así fue como Sofía, Max y sus nuevos amigos organizaron un evento en el parque lleno de risas y diversión, donde recolectaron comida y mantas para los perros necesitados.
- ¡Gracias, Sofía! - le dijo Tomás, mientras cargaba una caja llena de donaciones.
- ¡Es un trabajo en equipo! - respondió Sofía, sonriendo.
Desde ese día, Max no solo era el mejor amigo de Sofía, sino también un símbolo de amor y solidaridad en el barrio. Todos aprendieron que ayudar a los demás, ya sean personas o animales, los hacía más felices.
La historia de Sofía y Max se volvió un hermoso recuerdo que siempre traerían en su corazón, y les recordó la importancia de tener empatía y cuidar a quienes nos rodean. Fin.
FIN.