La Aventura de Sole y Nochecito
En un pintoresco bosque vivían Sole, la estrella del día, y Nochecito, el suave amigo de la noche. Un día, mientras Sole brillaba en el cielo azul, decidió que quería conocer a Nochecito.
Sole miró hacia donde empezaba a oscurecer y, llena de curiosidad, llamó:
"¡Hola, Nochecito! ¿Estás por ahí?"
Desde un árbol cercano, una suave brisa llevó la respuesta de Nochecito:
"¡Hola, Sole! Claro que estoy, ¡pero no puedo salir si tú estás aquí!"
Sole se sintió un poco triste.
"Pero quiero ser tu amiga. ¿Cómo podemos jugar juntos?"
Nochecito sonrió.
"Podemos compartir un día especial. Cuando los pajaritos duerman y las luciérnagas despierten, ¡juguemos a encontrar cosas brillantes!"
Sole brilló con entusiasmo.
"¡Me encantaría!"
Llenos de alegría, Sole y Nochecito planearon la cita mágica.
Cuando llegó la noche, Sole se escondió detrás de una gran nube, para que Nochecito pudiera salir. Una vez que la luna ya estaba en su lugar, Sole empezó a contar:
"Uno, dos, tres...", y al llegar a diez, dejó escapar un hermoso brillo que iluminó el bosque.
Nochecito, contento por su amiga, salió y exclamó:
"¡Es hora de jugar!"
"¡Vamos a buscar estrellas!"
Ambos empezaron a correr entre los árboles, iluminando con risas el frondoso bosque.
"Mirá esa hoja brillante, es como una estrella en la tierra!" dijo Nochecito.
"¡Qué hermosa!" dijo Sole.
Juntos fueron descubriendo luciérnagas que titilaban, y se pusieron a jugar a atraparlas. Las luciérnagas danzaban alegremente, y Sole y Nochecito se sentían felices.
De repente, un pequeño búho que los observaba, se acercó volando.
"Hola, amigos, ¿puedo unirme a su juego?" preguntó.
Sole sonrió.
"¡Claro que sí, cuanto más, mejor!"
Nochecito dijo:
"Siempre hay espacio para un amigo. ¡Vamos, búho!"
Juntos, los tres siguieron buscando estrellas en el suelo y jugando entre sí.
Al final de la noche, Sole sintió que ya era hora de regresar a su lugar.
"Nochecito, ¡esta ha sido la mejor noche de mi vida!"
Nochecito, con su suave voz, le respondió:
"Y esta será nuestra tradición, Sole. Nunca estaremos solos si jugamos juntos, aunque sea de día o de noche".
Y así, cada vez que el sol se escondía, Sole y Nochecito se reunían en el bosque, compartiendo su luz y su amistad.
Y cuando el sol volvía a salir, Sole sabía que su amigo Nochecito estaba cuidando de todos durante la noche.
Al final del día, Sole le sonrió al cielo, pensando en la alegría de tener a un amigo que también era parte de la noche.
"Te veo mañana, Nochecito", susurró Sole justo antes de dormir.
"Hasta mañana, Sole", contestó Nochecito. Y así, la amistad brilló como las estrellas en el cielo.
Así, Sole y Nochecito aprendieron que, aunque el día y la noche son diferentes, juntos hacen el mundo más bello y lleno de aventuras. Y así, cada día y cada noche, la amistad ilumina el mundo.
FIN.