La aventura de Solveig y la bruja de la escuela



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Valle Verde, una niña llamada Solveig, quien tenía una curiosidad insaciable y una valentía a prueba de todo. Solveig vivía justo al lado de una escuela primaria y siempre estaba ansiosa por aprender cosas nuevas. Sin embargo, un día, algo extraño comenzó a suceder en la escuela. Las manzanas del árbol del patio escolar se estaban volviendo marrones y marchitas, y los niños empezaron a comportarse de manera rara. Solveig decidió investigar el misterio por su cuenta.

Una tarde, mientras caminaba por el patio de la escuela, Solveig vio una luz tenue proveniente del cuadro de una bruja que colgaba en la pared. Sin pensarlo dos veces, se acercó y tocó el cuadro, que de repente comenzó a brillar intensamente. Ante sus ojos asombrados, la bruja salió del cuadro y le habló a Solveig con una voz tenebrosa.

"¡Jajaja! Eres valiente, niña. Pero ahora has liberado mi poder sobre esta escuela. Todos los niños se convertirán en mis esclavos y esta escuela será mi reino para siempre", dijo la bruja con una risa malvada.

Solveig no perdió la compostura y respondió con determinación: "No permitiré que hagas daño a mis amigos y a mi escuela. ¡Volverás al cuadro de donde viniste!". Con valentía, Solveig ideó un plan para ayudar a los niños y liberar la escuela del control de la bruja. Decidió buscar ayuda en formas inesperadas y poco convencionales.

Primero, se acercó al árbol marchito y con amor y cuidado lo regó, cantó y le leyó historias. Pronto, el árbol comenzó a reverdecer y las manzanas volvieron a brillar con un brillo jugoso y saludable. Luego, buscó la ayuda de los animales del bosque, quienes le enseñaron a tejer un hechizo especial con hojas y flores. Con este hechizo, armó un collar mágico que les dio a sus amigos para protegerlos de la influencia maléfica de la bruja.

Finalmente, con astucia, Solveig elaboró un plan para atraer a la bruja de vuelta al cuadro. Mientras la bruja se burlaba de los esfuerzos de Solveig, los niños, con los collares mágicos, rodearon a la bruja y le mostraron actos de amabilidad y amistad. Con cada gesto bondadoso, la bruja se debilitaba cada vez más. Finalmente, entre risas y canciones, Solveig logró que la bruja retornara al cuadro y con un toque de su mano, selló el cuadro para siempre.

Después de esa aventura, Solveig aprendió que el valor, la amistad y el amor pueden superar incluso la magia más oscura. La escuela volvió a ser un lugar alegre y vivaz, y los niños volvieron a ser ellos mismos. Solveig se convirtió en la heroína del pueblo, contando su historia a todos los niños para que aprendieran que nunca hay que subestimar el poder de la amistad y la valentía.

FIN.

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