La aventura de Taita Imbabura y Mama Cotacachi



En un lugar llamado Otavalo vivían dos volcanes que se llamaban Taita Imbabura y Mama Cotacachi. Eran muy felices y se querían mucho.

Taita Imbabura era un volcán grande, imponente y sabio, mientras que Mama Cotacachi era más joven y estaba llena de energía. Juntos formaban un paisaje hermoso para la ciudad de Otavalo. Un día, mientras observaban el valle y el lago cercano, notaron que las plantas no estaban creciendo tan sanas como antes.

Taita Imbabura y Mama Cotacachi se preocuparon mucho por esto y decidieron investigar el motivo. "¿Qué crees que está pasando, Taita? -preguntó Mama Cotacachi preocupada. -No lo sé, pero creo que algo está afectando la tierra y las plantas -respondió Taita Imbabura.

Decidieron ir en busca de ayuda y encontraron a un sabio águila llamada Kuri que les contó que la tierra estaba perdiendo su fertilidad debido a la contaminación y el descuido de los seres humanos.

Taita Imbabura y Mama Cotacachi se entristecieron al conocer esta noticia, pero decidieron que debían hacer algo al respecto. Comenzaron a hablar con los animales y las diferentes fuerzas de la naturaleza, y juntos idearon un plan para sanar la tierra.

Convocaron a los espíritus del agua, del viento y del sol, así como a los animales del bosque, para ayudar en su misión. Trabajaron incansablemente, ayudando a limpiar la tierra, purificar el agua y plantar árboles para devolverle la vitalidad perdida.

Su esfuerzo dio frutos, y poco a poco el paisaje de Otavalo volvió a recuperar su esplendor.

Los seres humanos, al ver el trabajo de los dos volcanes y la ayuda de la naturaleza, se concienciaron sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y prometieron ser más responsables con la tierra. Taita Imbabura y Mama Cotacachi se sintieron muy orgullosos de lo que habían logrado.

Aprendieron que, aunque son volcanes poderosos, su mayor fuerza radicaba en su capacidad para unir a la naturaleza y a las personas en un propósito común: cuidar el planeta. Y así, juntos, continuaron protegiendo y cuidando su hogar, recordando siempre que el amor y la cooperación son fundamentales para preservar la belleza de la tierra.

FIN.

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