La Aventura de Timo y los Monstruos de Isla Nueva
Era un día soleado en el pequeño pueblo de San Martín. Timo, un niño de diez años muy curioso y aventurero, decidió explorar un nuevo rincón cerca del río. Con su mochila llena de galletitas y su amado cuaderno de dibujos, se fue hacia la Isla Nueva, un lugar que siempre había intrigado a los niños del pueblo, pero que nadie se atrevía a visitar.
Mientras caminaba por el sendero, Timo se encontró con un misterioso avión viejo, parcialmente enterrado entre los árboles. Sin pensarlo dos veces, decidió investigar. "¡Wow! Este avión se ve increíble!"- dijo Timo, y se asomó por una de las ventanas rotas.
Al asomarse, un brillo extraño cautivó su atención. "¿Qué será eso?"- se preguntó. Rápidamente, subió a la aeronave. Una vez adentro encontró unos mapas y muchos juguetes viejos. Entre ellos, un pequeño monstruo de peluche, que lo miraba con ojos grandes y amistosos. "¡Hola, soy Lumo!"- dijo el monstruo, sorprendiendo a Timo.
"¿Tú puedes hablar?"- exclamó Timo, sin poder dejar de sonreír.
"Sí, y estoy atrapado aquí porque el avión se estrelló hace mucho tiempo. Mis amigos y yo necesitamos ayuda para regresar a casa. ¿Nos ayudarías?"- respondió Lumo.
Sorprendido pero emocionado, Timo accedió a ayudar a Lumo y a sus amigos. "¡Por supuesto! Pero, ¿dónde están tus amigos?"- preguntó Timo. Lumo señaló un mapa repleto de símbolos extraños.
"Debemos ir a la Montaña de los Susurros, allí están todos"- explicó Lumo.
Juntos, Timo y Lumo se embarcaron en una travesía hacia la montaña. Durante el camino, conocieron a otros diversos monstruos que también buscaban regresar a casa: Trixie, una monstruo de colores que podía volar, y gordon, un gigante de peluche que tenía un corazón de oro. Cada uno tenía su historia de cómo se perdió en la Isla Nueva y el deseo de volver a casa.
"¿Cómo vamos a llegar hasta la montaña?"- preguntó Timo, con un poco de preocupación.
"Con nuestro trabajo en equipo, podremos hacerlo!"- dijo Trixie, volando un poco para animar a todos.
"Y si nos encontramos con cualquier dificultad, no podemos rendirnos"- añadió gordon.
A medida que avanzaban, enfrentaron distintos desafíos: un río caudaloso, un acantilado empinado y una cueva oscura. Pero cada vez que se presentaba un obstáculo, los monstruos usaban sus habilidades especiales. Lumo con su luz brillante iluminaba la cueva, Trixie volaba para buscar el mejor camino, y gordon, con su tamaño, ayudaba a mover las piedras del río.
Finalmente, llegaron a la cima de la Montaña de los Susurros, donde encontraron un hermoso paisaje lleno de arcoíris y flores. "¡Mirá! ¡Allí están los demás!"- gritó Lumo emocionado.
Timo vio a un grupo de monstruos, todos esperándolo con sonrisas. Cuando se reunieron, los monstruos contaron historias de su tiempo en la Isla Nueva y cómo habían soñado con volver.
"Gracias, Timo, por tu valentía y tu ayuda. Ahora podemos regresar a casa, todos juntos!"- dijo Lumo, mientras los otros monstruos asentían.
Con un encanto especial, Lumo invitó a Timo a unirse junto a ellos. "Si alguna vez necesitas una aventura, solo llámanos y vendremos a buscarte"- agregó Trixie, mientras volaba alrededor de él.
Aunque un poco apenado por despedirse de sus nuevos amigos, Timo supo que esta experiencia había sido única. "Nunca olvidaré esta aventura, y siempre recordaré que con trabajo en equipo, podemos superar cualquier obstáculo"- les dijo, llenándolos de alegría antes de regresar a casa.
Esa tarde, mientras volvía a su pueblo, Timo sintió que había aprendido mucho: siempre hay un camino si creemos en nosotros mismos y en nuestros amigos. Además, sabía que en la Isla Nueva siempre tendría amigos a quienes volver a visitar.
Y así, Timo prometió regresar un día, llevando consigo una mochila llena de galletitas y su cuaderno de dibujos, listo para escribir la historia de un valiente niño y unos monstruos que se convirtieron en amigos para siempre.
FIN.