La aventura de Tomás en el mundo sin wifi


Era un día gris y lluvioso en la escuela de 4to A. Los alumnos entraron a su salón de clases con cara de sueño, sabiendo que tendrían una larga jornada por delante.

Pero lo peor fue cuando se dieron cuenta de que el WiFi no funcionaba y no podrían usar sus dispositivos móviles. - ¿Cómo vamos a hacer para pasar el tiempo sin internet? - preguntó Juan, uno de los alumnos más inquietos. - Tranquilo, Juan.

Podemos leer o jugar cartas - respondió Sofía, intentando animar al grupo. Pero a pesar de las sugerencias de Sofía, la falta de conexión a internet y el clima aburrido hacían que los chicos estuvieran cada vez más desanimados.

Hasta que algo inesperado sucedió. De repente, la puerta del salón se abrió y apareció una mujer misteriosa con un sombrero grande y colorido. Era la señora Nelly, una antigua profesora que había dejado la escuela hace muchos años.

- Buenos días chicos - dijo sonriendo -. ¿Se acuerdan de mí? Los alumnos se miraron entre sí sorprendidos. Habían oído hablar sobre ella pero nunca habían tenido clases con ella.

- Soy la señora Nelly y he venido para contarles una historia - anunció mientras sacaba un libro del bolso -. Es sobre un niño llamado Tomás que vivía en un pueblo muy lejano donde nunca había internet ni celulares.

Los chicos quedaron boquiabiertos por la idea: ¡vivir sin internet! Parecía imposible imaginar algo así en pleno siglo XOI. La señora Nelly empezó a leer la historia y poco a poco los alumnos se fueron sumergiendo en ella.

La trama era emocionante y tenía giros que mantenían su atención. A medida que avanzaba la historia, los chicos se olvidaron del mal clima y de la falta de conexión a internet. - ¿Y qué pasó con Tomás? - preguntó Juan ansioso por saber el final.

- Eso lo descubrirán ustedes mismos - respondió la señora Nelly cerrando el libro -. Pero les aseguro que nunca más volverán a ver las cosas de la misma forma después de esta aventura.

Los chicos aplaudieron entusiasmados mientras la señora Nelly salía del salón. Ahora estaban llenos de energía e inspiración, listos para seguir aprendiendo aunque no tuvieran internet ni dispositivos móviles.

Desde ese día, cada vez que el WiFi fallaba o el clima estaba aburrido, los alumnos recordaban aquella historia y sabían que siempre habría algo interesante por descubrir sin necesidad de estar conectados todo el tiempo.

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