La Aventura de Tomás y el Síndrome de Down



Era un día soleado en Buenos Aires y Tomás, un niño curioso de ocho años, estaba jugando en el parque cuando vio a un chico de su edad que lo hacía con mucha alegría. Pero lo que más le llamó la atención fue que el chico tenía una forma de expresarse y moverse un poco diferente a los demás.

Intrigado, Tomás se fue a casa y se sentó en la mesa con su mamá, que era doctora.

"Mamá, ¿por qué el chico del parque se mueve distinto?" - preguntó Tomás, mirando a su mamá con ojos curiosos.

Su mamá sonrió y le dijo: "Esa es una muy buena pregunta, Tomi. Ese chico tiene una condición especial llamada síndrome de Down. Es algo que ocurre cuando una persona nace con una copia extra de un cromosoma. A veces eso les hace tener un estilo de aprender diferente o algunas características físicas distintas, pero lo más importante es que son como cualquier otro niño".

"Cromosoma? ¿Qué es eso?" - preguntó Tomás, frunciendo el ceño mientras trataba de imaginar lo que su mamá decía.

"Los cromosomas son como los libros de instrucciones que vienen con nuestro cuerpo. Nos dicen cómo crecer, cómo aprender y cómo ser quienes somos" - explicó su mamá. "Cuando hablamos del síndrome de Down, estamos hablando de un libro que tiene una página extra, que hace que las instrucciones sean un poco diferentes".

Tomás lo pensó por un momento. "¿Entonces esos chicos pueden hacer todo lo que hacemos nosotros?"

"¡Exactamente, Tomás!" - respondió su mamá entusiasmada. "Pueden aprender, jugar, soñar y hacer amigos. A veces, solo necesitan un poco más de tiempo o ayuda para hacerlo. Y eso está muy bien".

Esa noche, mientras Tomás se preparaba para dormir, no podía dejar de pensar en lo que había aprendido. Así que decidió que el próximo día, volvería al parque para jugar con el chico que se movía de forma diferente.

Al día siguiente, tomó un profundo respiro y se acercó al chico que ahora sabía que tenía el síndrome de Down.

"Hola, soy Tomás. ¿Te gustaría jugar conmigo?" - dijo levantando la mano con una sonrisa.

Por primera vez, el chico lo miró y sonrió. "¡Hola! Soy Lucas, y sí, me encantaría jugar!"

Así, los dos chicos empezaron a jugar al fútbol y a reírse. A medida que pasaba el tiempo, Tomás notó que Lucas era muy bueno para patear el balón y también muy divertido.

"Lucas, ¿tú comes dulce de leche?" - le preguntó Tomás.

"¡Me encanta!" - exclamó Lucas. "Y también me gusta hacer manualidades. ¿Tú haces?"

Tomás se dio cuenta de que a pesar de que Lucas tenía algunas diferencias, eso no impedía que compartieran muchas cosas en común. Desde ese día, los dos se volvieron grandes amigos, descubriendo juntos un mundo lleno de risas, juegos y aventuras.

Con el tiempo, Tomás se convirtió en un defensor de la inclusión. Empezó a contarle a sus compañeros sobre el síndrome de Down y cómo aprender más sobre las diferencias de cada uno es lo que nos hace especiales.

"Todos somos únicos, y eso es lo que hace que nuestra vida sea tan interesante" - decía Tomás en la clase, mientras todos lo escuchaban con atención.

¿Y saben qué? Lucas también se volvió el amigo más querido de todos. Aprendieron que la verdadera amistad no conoce de diferencias y que cada uno, a su manera, puede brillar.

FIN.

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