La Aventura de Tomás y la Ciudad de los Reyes



Era una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Tomás. Tomás soñaba con visitar la ciudad de Lima, conocida como la Ciudad de los Reyes. Cada día, miraba fotos de ella en su libro de aventuras, contemplando sus maravillosos paisajes, su rica historia y sus deliciosos platillos. Un día, decidió que era hora de vivir esa aventura en persona.

Tomás se sentó en su cama y pensó:

"¡Tengo que planear mi viaje!"

Primero, consultó con su abuela, quien había estado en Lima muchos años atrás.

"Abuela, ¿me podés contar qué debo hacer cuando llego a Lima?"

Su abuela sonrió y le dijo:

"¡Por supuesto, querido! Primero, debes probar el ceviche, es un plato delicioso y muy famoso en la ciudad. También te recomiendo visitar la Plaza Mayor, donde está el Palacio de Gobierno."

Tomás tomó nota de todo y decidió que su abuela sería su guía en las aventuras que iba a contar. Pero había un problema: no tenía dinero para el viaje. Así que, después de pensarlo un rato, decidió hacer algunos trabajos en el barrio. Lavó autos, cortó césped y ayudó a sus vecinos con las compras.

Tras semanas de esfuerzo, finalmente logró reunir suficiente dinero para su billete de avión. El día de su partida, se sentía emocionado y nervioso. Montó en el avión, miró por la ventanilla y cuando aterrizó en Lima, su corazón latía de emoción.

Al llegar, descubrimiento algunas cosas imprevistas. La ciudad era enorme, el tráfico era caótico y estaba lleno de gente. Mientras caminaba por las calles, se encontró con un grupo de niños que jugaban.

"Hola, ¿¿quién sos? ?" preguntó uno de ellos.

"Soy Tomás, vengo de Argentina y quiero conocer Lima!"

Los niños se miraron entre sí con sorpresa y uno de ellos, llamado Javier, dijo:

"¡Nosotros somos de aquí! Vení, te podemos mostrar la ciudad."

Así fue como Tomás se unió a sus nuevos amigos y comenzó a explorar. Javier le llevó a probar ceviche en un restaurante local.

"¡Es riquísimo!", exclamó Tomás después de probar el plato. También lo llevaban a la Plaza Mayor y a conocer la Catedral de Lima. Cada esquina encontraba algo nuevo y emocionante. Sin embargo, Tomás estaba también un poco asustado porque había mucho por hacer y el tiempo era corto.

Javier le dijo:

"No te preocupes, la ciudad siempre tendrá algo por enseñarte. Pero, ¿sabés qué? Hay un lugar especial que creo que te va a gustar. Vamos al Parque Kennedy!"

Los niños corrieron hacia el parque, donde se encontraron con un montón de gatos que caminaban por todos lados.

"¡Mirá!", dijo Tome : "Hay tantos gatos aquí."

"Sí, y cada uno tiene su propia historia. Pero en Lima, hay un lugar que es realmente mágico: el Circuito Mágico del Agua. Ahí las fuentes iluminadas hacen que la ciudad parezca un sueño. ¡Debemos ir!"

Tomás estaba encantado. Sin embargo, antes de que pudieran ir, Javier le preguntó si había visto en el mapa un lugar muy especial que se llamaba Huaca Pucllana.

"Es una pirámide antigua ¡y está en pleno centro de Lima! ¿Querés ir a visitarla?"

Tomás sintió que era una oportunidad única y asintió emocionado. Ascendieron por las escaleras de la huaca, aprendiendo sobre los antiguos habitantes de Lima mientras contemplaban maravillados cómo el pasado y el presente se encontraban. Después de explorar, decidieron que era el momento de relajarse en el parque.

Esa noche, no podían dejar de hablar de todas las cosas que habían descubierto. Tomás ya sabía que su aventura en Lima era mucho más de lo que había imaginado. Empezaron a planear más salidas y paseos. Pasaron el día descubriendo las maravillas culinarias de la ciudad y aprendiendo a bailar marinera, un baile típico peruano.

Cuando llegó el momento de partir, Tomás se sintió triste pero también muy feliz. Se había hecho nuevos amigos y había aprendido tanto sobre la rica cultura de Lima. Antes de subirse al avión, Javier le dio un abrazo y le dijo:

"Tomás, siempre recordá que la aventura no solo se vive cuando viajes. Está en cada momento que decidís conocer algo nuevo."

De regreso a casa, Tomás escribió un diario lleno de recuerdos y promesas sobre su próxima aventura. Aprendió a disfrutar del viaje, no solo del destino, y supo que cada lugar tiene su propia historia para contar.

Y así, con un corazón lleno de inspiración y deseos de seguir explorando, volvió a casa sabiendo que Lima siempre tendría un lugar especial en su corazón.

Fin.

FIN.

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