La Aventura de Ton y Yerís



Era un día soleado en el pequeño pueblo de Colibrí, donde vivían Ton, un niño inquieto y curioso, y su amiga Yerís, una chica ingeniosa y creativa. Juntos, siempre soñaban con aventuras y exploraciones. Un día, mientras paseaban por el parque, encontraron un viejo mapa escondido debajo de una piedra.

''- ¡Mirá, Yerís! ¿Qué es esto?'' - exclamó Ton, con los ojos brillando de emoción.

- ''Es un mapa antiguo. Tal vez nos lleve a un tesoro escondido'' - respondió Yerís, examinando el mapa con atención.

Decidieron seguir el mapa, que mostraba un camino que conducía a la misteriosa Colina de los Deseos. Después de empacar algunas galletitas y un poco de agua, partieron rumbo a la colina.

Mientras caminaban, se encontraron con varios obstáculos. Primero, un río que les impidió avanzar.

- ''No podemos cruzar así, Ton'' - dijo Yerís, mirando el agua que corría rápidamente.

- ''Quizás podamos construir un puente con estas ramas'' - sugirió Ton.

Yerís asintió y comenzaron a trabajar juntos. Con ingenio y esfuerzo, lograron construir un pequeño puente. Cuando cruzaron, se sintieron orgullosos.

- ''¡Lo hicimos, Yerís!'' - gritó Ton, saltando de alegría.

- ''Sí, pero aún nos queda mucho por recorrer'' - respondió Yerís, mirando el mapa.

Siguieron su camino y se encontraron con un gran arbusto lleno de frutas deliciosas.

- ''¡Mirá! ¡Frutas!'' - exclamó Yerís. ''Podríamos hacer un delicioso picnic aquí mismo''.

Ton estuvo de acuerdo y se sentaron bajo el arbusto, disfrutando de su merienda junto a la frescura de la sombra.

Mientras comían, comenzaron a hablar sobre sus sueños.

- ''Cuando sea grande, quiero ser inventor. Crear cosas que ayuden a la gente'' - dijo Ton, con entusiasmo.

- ''¡Eso sería genial! Yo quiero ser artista, quiero mostrarle al mundo la belleza a través de los colores'' - añadió Yerís.

Siguieron hablando sobre sus sueños hasta que decidieron continuar con su aventura. Al finalizar su picnic, consultaron el mapa nuevamente y se dieron cuenta que el siguiente destino eran las Ruinas del Antiguo Castillo.

Cuando finalmente llegaron a las ruinas, se dieron cuenta de que el lugar era hermoso, aunque un poco aterrador.

- ''Es un lugar impresionante, pero se siente un poco extraño'' - dijo Yerís, mirando alrededor.

- ''Sí, pero tenemos que seguir adelante, ¡el tesoro nos espera!'' - animó Ton.

Exploraron las ruinas, mirando detrás de cada piedra y en cada rincón. De repente, encontraron una puerta secreta cubierta de enredaderas.

- ''¡Increíble! ¿Te imaginas lo que hay detrás?'' - murmuró Yerís.

- ''¡Solo hay una forma de averiguarlo!'' - respondió Ton, mientras empujaba la puerta.

Con un chirrido, la puerta se abrió, y descubrieron una habitación llena de sorprendentes artefactos antiguos. Pero lo más impresionante fue un cofre grande en el centro.

- ''¡El tesoro!'' - gritaron al unísono, corriendo hacia el cofre.

Al abrirlo, en lugar de oro y joyas, encontraron una colección de libros.

- ''¿Libros? No es lo que esperaba'' - dijo un poco decepcionado Ton.

- ''¡Es un tesoro!'' - corrigió Yerís, emocionada. ''¡Son libros de aventuras, ciencia y arte!''

Ton miró los libros y la emoción regresó a su rostro.

- ''¡Tenés razón! ¡Podemos aprender y vivir muchas aventuras desde aquí!'' - dijo.

Decidieron llevarse uno de los libros y regresar a su hogar, felices de haber encontrado un tesoro diferente al que esperaban. Mientras regresaban, charlaban sobre las historias que leerían juntos.

- ''No importa el tipo de tesoro, siempre y cuando tenga un valor significativo para nosotros'' - reflexionó Yerís.

Ton asintió, comprendiendo que a veces, lo que más importa no son las riquezas materiales, sino las experiencias, la amistad y el conocimiento.

Mientras regresaban a Colibrí, se dieron cuenta de que la verdadera aventura había sido el tiempo que pasaron juntos, aprendiendo y creando recuerdos.

- ''Te prometo que seguiremos explorando y viviendo aventuras'' - dijo Ton.

- ''Y yo prometo compartir contigo todos mis sueños a través del arte'' - añadió Yerís con una sonrisa.

Desde ese día, Ton y Yerís siguieron buscando tesoros en cada rincón del mundo, recordando siempre que la amistad y el conocimiento son los mayores tesoros que uno puede tener.

FIN.

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