La Aventura de Tongo Tongo y el Poyito Perdido



Era un día soleado en el barrio de Tongo Tongo, un cachorrito lleno de energía que llevaba un colorido collar azul. Le encantaba correr por el jardín, jugar con sus juguetes y disfrutar de la compañía de su mejor amigo, un pequeño poyito llamado Piñón. Piñón era un pajarito amarillito que había construido su casa de cartón y madera en el rincón del jardín. Tongo Tongo y Piñón eran inseparables; siempre compartían risas y aventuras.

Un día, mientras Tongo Tongo estaba jugando a atrapar su cola, escuchó un sonido extraño.

"¿Qué fue eso?" - se preguntó Tongo Tongo, sacudiendo sus orejas suaves.

De repente, vio a Piñón volando alto en el aire, un poco nervioso.

"¡Tongo Tongo! ¡Ayuda!" - gritó Piñón, intentando aterrizar en su casita.

"¿Qué sucede, Piñón?" - preguntó Tongo Tongo, preocupado.

"¡Mi puerta se voló! No puedo entrar a mi casita!" - exclamó Piñón, dando vueltas en el aire.

Tongo Tongo decidió ayudar a su amigo.

"No te preocupes, Piñón. ¡Vamos a buscar la puerta!" - dijo con determinación.

Los dos amigos se pusieron en acción. Tongo Tongo olfateó el aire mientras corría, y Piñón volaba bajo, intentando ver desde arriba si podía encontrar la puerta de cartón. Juntos, fueron a la casa del vecino, una anciana conocida como Doña Rosa.

"Doña Rosa, ¿ha visto una puerta de cartón volando por aquí?" - preguntó Tongo Tongo con su mejor cara de cachorrito.

"No, querido, pero quizás la haya llevado el viento hacia el campo. ¡Suerte!" - respondió Doña Rosa, acariciando la cabeza de Tongo Tongo.

Motivados por las palabras de Doña Rosa, Tongo Tongo y Piñón decidieron ir hacia el campo. Al llegar, encontraron un mar de flores y un paisaje hermoso, pero la puerta seguía sin aparecer. Fue entonces cuando escucharon un ruido extraño.

"¡Pio pio!" - decía un grupo de pajaritos jugando entre las flores.

"¿Han visto una puerta de cartón?" - preguntó Piñón, un poco desesperado.

"Sí, la vimos volar hacia el lago. Pero hay un problema: hay un perro grande que guarda la zona. ¡Ten cuidado!" - dijeron los pajaritos.

Tongo Tongo miró a Piñón, y ambos se miraron con confianza.

"No podemos rendirnos ahora. ¡Vamos!" - exclamó Tongo Tongo valientemente.

Caminando con cuidadito, llegaron al lago y vieron al perro grande, un Rottweiler llamado Bruno, que parecía muy protector de su territorio.

"Hola, señor Bruno. No queremos molestias, pero necesitamos encontrar una puerta de cartón que ha aterrizado aquí. ¿Podría ayudarnos?" - dijo Tongo Tongo con voz suave.

Bruno, sorprendido por la amabilidad del cachorrito, frunció el ceño pero respondió.

"No puedo dejar que alguien entre aquí sin mi permiso. ¿Qué me ofrecen a cambio?" - preguntó.

Tongo Tongo pensó un momento y luego tuvo una idea.

"Si nos dejas entrar y buscar nuestra puerta, prometemos traerle unos ricos bocaditos de mi dueño. ¡Son los mejores!" - propuso con entusiasmo.

Bruno, intrigado por la propuesta, aceptó.

"Está bien, entren y busquen, pero no hagan ruido. No quiero asustar a los peces."

Tongo Tongo y Piñón buscaron por todas partes y, finalmente, encontraron la puerta de cartón atrapada entre unas cañas del lago.

"¡La encontramos!" - gritó Piñón, emocionado.

Tongo Tongo y Piñón la sacaron con cuidado y la llevaron de vuelta, agradeciendo a Bruno por su ayuda.

"Volveremos con los bocaditos, los prometidos" - dijo Tongo Tongo mientras se alejaban.

De regreso a casa, Tongo Tongo se sintió feliz no solo por haber ayudado a su amigo, sino también por haber hecho un nuevo amigo en el camino.

Cuando llegaron a la casita de Piñón, el poyito no podía esperar para instalar la puerta nuevamente.

"¡Gracias, Tongo Tongo! ¡Eres el mejor amigo del mundo!" - dijo Piñón, llenándose de alegría.

"Siempre estaré aquí para ayudarte" - respondió Tongo Tongo, y juntos celebraron su segunda gran aventura con un festín de bocaditos.

Esa noche, mientras las estrellas brillaban en el cielo, Tongo Tongo durmió profundamente, sintiéndose orgulloso y feliz de haber ayudado a su amigo. Y así, el pequeño cachorrito de collar azul aprendió que con amistad y valentía se pueden superar cualquier obstáculo.

Y colorín colorado, esta historia se ha acabado.

FIN.

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