La Aventura de Tuca la Tortuga



En un rincón hermoso de la selva, donde los árboles eran tan altos que parecían tocar el cielo, vivía una pequeña tortuga llamada Tuca. A diferencia de otros animales de la selva, Tuca era algo penosa y prefería quedarse en su concha, observando a sus amigos jugar.

Un día, mientras se encontraba en la sombra de una gran palmera, vio a sus amigos: el loro Lorenzo, el mono Memo y la iguana Iggy, que organizaban una carrera.

"¡Vamos, Tuca! ¿Por qué no venís a correr con nosotros?" - gritó Lorenzo, emocionado.

"No sé, chicos... No creo que pueda seguirles el paso," - respondió Tuca, escondiendo un poco su cabeza en su caparazón.

A pesar de su timidez, la curiosidad la llevó a acercarse. Los amigos comenzaron a correr, saltar y reírse, mientras Tuca se quedó a un lado, mirando.

"¡Miren! Ahí viene Tuca, corriendo también!" - exclamó Memo, apuntando hacia ella.

"¡Sí! Déjenla en paz, chicos! Ella es rápida de otra manera" - dijo Iggy, apoyando a su amiga.

Tuca se sintió un poco mejor con el apoyo de Iggy, pero aun así su temor la mantenía encajada en su caparazón. Fue entonces cuando se les ocurrió a sus amigos hacer un juego distinto: una búsqueda del tesoro.

"¿Y si hacemos un juego donde todos participen según sus habilidades?" - sugirió Lorenzo.

"¡Genial!" - aclamó Memo.

"Yo puedo ser la que encuentre las pistas en los lugares más escondidos, porque puedo quedarme en un solo lugar y ver desde arriba," - dijo Iggy.

Tuca escuchó a sus amigos con atención y sintió que quizás, solo quizás, podría hacerlo también.

"¿Y yo? ¿Qué puedo hacer?" - se animó a preguntar Tuca.

"¡Tú! Eres la mejor para excavar en la tierra. ¡Podés encontrar las pistas escondidas!" - exclamó Memo.

Con un poco más de confianza, Tuca aceptó participar. Así que los cuatro amigos se dividieron en dos equipos y comenzaron la búsqueda. Tuca se dedicó a usar su fuerte caparazón para excavar en la tierra, y pronto descubrió las primeras pistas.

"¡Miren lo que encontré!" - gritó entusiasmada mientras mostraba una brillante piedra azul.

"¡Excelente trabajo, Tuca!" - la alentaron sus amigos.

Con cada pista que encontraban, Tuca se sentía más segura y menos penosa. La búsqueda continuó, y cada vez que hallaban una nueva pista, ella sonreía más. De repente, Iggy gritó desde una rama alta:

"¡Chicos! ¡El tesoro está cerca de la gran roca al río!"

Todos corrieron hacia el lugar, incluido Tuca, que se movía más rápido de lo que había imaginado. Al llegar, encontraron un cofre lleno de deliciosas frutas tropicales.

"¡Lo logramos! ¡Gracias a Tuca!" - dijeron a coro cuando abrieron el cofre.

"No, gracias a todos ustedes, que me animaron a participar" - respondió Tuca sonriendo.

Desde esa aventura, Tuca nunca volvió a ser la tortuga penosa que había sido. Aprendió que todos tienen habilidades únicas y que podría brillar al compartir las suyas con sus amigos. Juntos disfrutaron del tesoro y siguieron explorando la selva, siempre apoyándose unos a otros, y viviendo emocionantes aventuras.

A medida que el sol comenzaba a ocultarse, Tuca se dio cuenta de algo importante: la verdadera riqueza no estaba en el tesoro, sino en la amistad y en animarse a desafiarse a uno mismo.

FIN.

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