La Aventura de un Día Lluvioso



Era un día lluvioso en la ciudad de Buenos Aires. Las nubes grises cubrían el cielo y el sonido de la lluvia caía suavemente sobre el suelo. Milo, un niño de diez años con coleta y unos ojos curiosos, jugaba bajo el toldo de su casa. En ese momento, al mirar por la ventana, vio a una gata de pelaje suave y gris oscuro, que también se refugió del agua bajo la alacena de un árbol.

-¡Pobrecita! -dijo Milo entre dientes- debe tener mucha hambre.

Decidido a ayudarla, Milo salió corriendo hacia la gata. Cuando llegó, Shasha, la gata, lo miró con grandes ojos amarillos.

-¡Hola, pequeña! -dijo Milo, agachándose y tendiendo su mano- ¿Quieres venir a casa? Te prometo que allí estarás a salvo.

Shasha, aunque un poco asustada, se acercó y frotó su cabeza contra la mano de Milo. Así fue como comenzó una inesperada amistad. Milo la tomó en brazos y corrió de vuelta a casa, esquivando los charcos mientras sus pies resbalaban en el agua.

Una vez en casa, Milo llevó a Shasha a la cocina y le sirvió un poco de leche en un plato.

-¿Te gusta? -preguntó mientras la gata bebía con ansias.

Con el estómago lleno, Shasha se acomodó en el regazo de Milo. Pero en ese momento, apareció el tío de Milo, don Carlos, un hombre grande y bonachón.

-Y ¿qué tenemos aquí? -sonrió el tío al ver a Milo con la gata.

-Mira, tío, la encontré en la lluvia. Se llama Shasha. -respondió Milo con entusiasmo.

-¡Qué linda! -dijo don Carlos, acercándose- Pero el viaje no termina aquí, ¿sabías?

Milo lo miró confundido.

-¿El viaje?

-Exacto, el viaje. -dijo don Carlos, guiñándole un ojo- Aquí en casa no solo vivimos nosotros dos, también hay un pequeño refugio para animales.

-¿Un refugio? -preguntó Milo, emocionado.

-Así es, -asintió don Carlos- y hoy, juntos, tenemos una misión especial. Iremos al refugio a ayudar a unos animalitos que nos necesitan, ¡y Shasha puede venir también!

Milo estaba alucinado. Todo el día había empezado con lluvia, y ahora se convertiría en una aventura significativa. Se cambiaron, se pusieron botas de agua y se llevaron a Shasha en una mochila especial para que no se mojara.

Al llegar al refugio, Milo encontró a otros niños que también ayudaban. Cada uno tenía una tarea: algunos limpiaban los espacios, otros alimentaban a los perritos y gatitos que esperaban encontrar un hogar.

-¡Vamos, Shasha! -dijo Milo mientras la soltaba un momento y ella empezaba a explorar el lugar.

De repente, Shasha se detuvo frente a una perra pequeña que parecía muy triste.

-¿Por qué estás así? -le dijo Shasha, aunque no esperó respuesta. Milo vio la escena y, conmovido, se acercó.

-¿Qué le pasa a esta perra? -preguntó a uno de los cuidadores.

-Ella se llama Lila -respondió el cuidador- y está triste porque ha perdido su hogar.

Milo pensó rápido y tuvo una idea.

-¿Y si la llevamos con nosotros? Podríamos darle amor y hacerla parte de nuestra familia. -sugirió Milo.

Don Carlos observó a su sobrino y sonrió.

-Es una gran idea, Milo. Pero primero debemos asegurarnos de que todo el mundo esté de acuerdo.

La perra miró a Milo con sus ojitos brillantes. Milo se agachó y le dijo:

-No te preocupes, Lila. Haremos todo lo posible por encontrarte un hogar donde te quieran mucho.

Así, después de una jornada de trabajo en el refugio, cerca de la tarde, los tres –Milo, Shasha y Lila— aprendieron sobre la importancia de ayudar y cuidar a los animales. Don Carlos les enseñó sobre la responsabilidad y sobre cómo un hogar no solo debía ser un lugar, sino un espacio lleno de amor.

Cuando regresaron a casa, Milo decidió que Shasha se quedaría a vivir con él, y también deseaba ayudar a Lila a encontrar un hogar propio.

-Así que, esto es solo el comienzo de nuestras aventuras, ¿verdad, Shasha? -dijo Milo mientras la acariciaba.

-¡Miau! -responde Shasha, como si estuviera de acuerdo con su nuevo camino lleno de amistad y amor por los animales.

Y así fue como un día lluvioso se convirtió en el inicio de una gran aventura para Milo, Shasha y Lila, recordándole al niño que los pequeños actos pueden hacer una gran diferencia en el mundo.

FIN.

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