La Aventura de Vaca Brillante y Nube Sonriente
Había una vez en un lejano prado, una vaca muy especial llamada Vaca Brillante. Su piel tenía destellos de colores como si llevara un arcoíris de brillo. Era conocida por su simpatía y generosidad. Un día, mientras pastaba en el prado, una nube juguetona llamada Nube Sonriente decidió que quería jugar con Vaca Brillante.
"¡Hola, Vaca Brillante!" - dijo Nube Sonriente, desprendiendo pequeñas gotas de rocío que caían suavemente sobre la hierba.
"¡Hola, Nube Sonriente!" - respondió Vaca Brillante, meneando su cola de emoción. "¿Qué andas haciendo por aquí?"
"¡Estoy buscando amigos para jugar! ¿Quieres acompañarme a hacer figuras en el cielo?" - preguntó Nube Sonriente mientras se acomodaba en forma de animalito.
"¡Eso suena divertido!" - dijo Vaca Brillante. "Pero no sé volar..."
"No te preocupes, yo te llevaré junto a mí, y verás que será muy fácil" - aseguró Nube Sonriente.
Nube Sonriente se acercó a Vaca Brillante y, con un soplo de aire fresco, llevó a la vaca a flotar suavemente entre los suaves campos azules. Juntas, formaron figuras realmente hermosas en el cielo, como estrellas y mariposas.
Sin embargo, mientras flotaban, vieron a un grupo de animales en el prado, mirando hacia arriba con curiosidad.
"¿Viste? Los animales nos miran como si quisieran unirse a nosotras" - dijo la vaca, sintiéndose generosa.
"Tenés razón, Vaca Brillante. Vamos a invitar a nuestros amigos a que se sumen a la diversión" - propuso Nube Sonriente.
Entonces, ambas comenzaron a descender con delicadeza hacia el prado. Al aterrizar, Vaca Brillante se acercó a los animales, que eran un conejo, una oveja y un gallo.
"¡Hola, amigos! ¿Quieren acompañarnos a hacer figuras en el cielo?" - preguntó Vaca Brillante con alegría.
"¡Yo no sé volar!" - dijo el conejo, un poco triste.
"Ni yo, pero Nube Sonriente me llevó volando" - explicó Vaca Brillante. "Podemos jugar a hacer figuras en el prado también, ¿les gustaría?"
Los animales se miraron emocionados.
"¡Claro!" - exclamó la oveja, dando saltitos.
Así que, Vaca Brillante junto a Nube Sonriente, se puso a enseñarle a cada uno de sus amigos a jugar con la imaginación. Al contar las historias de las figuras que hacían en el cielo, los animales comenzaron a crear sus propias figuras en el suelo con flores, piedras y ramas.
Mientras jugaban, pronto comenzaron a hacer un castillo de flores, que cada vez se hacía más y más grande. Los colores de las flores eran tan brillantes que atrapaban la atención de todos los animales del bosque.
"¡Miren qué hermoso castillo!" - dijo el gallo, alzando su voz de emoción.
"¡Es el más hermoso de todos!" - agregó el conejo, saltando de alegría.
"¡Es momento de celebrar!" - dijo Vaca Brillante. "Podemos invitar a todos los animales del bosque a nuestra fiesta".
Y así, Nube Sonriente ayudó a Vaca Brillante a levantar nubes de colores en el cielo que capturaron la atención de todos. Los animales comenzaron a llegar, llenando el prado de risas, música y juegos.
Durante la fiesta, Vaca Brillante y Nube Sonriente organizaron un concurso de figuras. Cada grupo de animales mostró lo que había creado, desde castillos hasta dragones.
Finalmente, mientras todos aplaudían, Nube Sonriente se pasó por detrás y, con una pequeña lluvia de confeti de nubes, dijo:
"¡Ahora a jugar a la lluvia de estrellas!"
Con esto, Vaca Brillante y sus amigos brincaron por todo el prado, riendo y disfrutando la maravillosa amistad que habían formado.
Cuando el sol empezaba a ocultarse, Vaca Brillante miró a su alrededor y sonrió. Habían creado algo hermoso juntos, y lo más importante: habían aprendido que la alegría se comparte mejor en compañía.
Vaca Brillante y Nube Sonriente habían hecho felices a muchos amigos, y así, su aventura se convirtió en un recuerdo que siempre llevarían en su corazón, y en el de todos los que lo vivieron.
FIN.