La Aventura de Violeta y Elías



En un hermoso barrio lleno de colores, vivía una niña de un año llamada Violeta. Le encantaba explorar su casa y jugar con sus juguetes. Pero lo que más le gustaba era pasar tiempo con su hermano mayor, Elías, un niño especial que veía el mundo de una manera diferente.

Una mañana soleada, Violeta encontró una caja de pinturas en el piso del living. "¡Mira, Elías!"- gritó emocionada, mientras señalaba la caja. Elías, a sus tres años, estaba sentado en una alfombrita, observando un libro de imágenes, pero cuando escuchó la voz de su hermana, sonrió.

Violeta decidió que era el momento perfecto para invitar a Elías a jugar. "Vamos a pintar juntos, Elías!"- dijo, agachándose para abrir la caja. Elías miró los colores y su rostro se iluminó. Aunque no siempre le gustaba hacer lo mismo que los demás, esta vez su curiosidad lo llevó a acercarse.

Los dos hermanos se sentaron en la mesa con los pinceles y las pinturas. Violeta comenzó a hacer garabatos de colores, mientras Elías, con su atención plena, decidió dibujar un sol brillante. "¡Mirá mi sol, Violeta!"- exclamó con alegría. Violeta aplaudió "¡Es hermoso!"-

De repente, algo inesperado sucedió. La pintura de Violeta se derramó y llenó de color toda la mesa. "¡Oh, no!"- dijo preocupada, mirando el desastre. Pero Elías no se asustó. Sonrió y señaló la pintura derramada. "¡Es un arcoíris!"- exclamó, recordando que los accidentes a veces pueden ser algo hermoso.

Violeta miró de nuevo la pintura y, en efecto, los colores desparramados parecían un arcoíris. "¡Así es!"- dijo con una gran sonrisa. "¡Hicimos un arcoíris! Vamos a agregar más colores!"-

Ambos empezaron a mezclar pintura, creando su propio arcoíris en la hoja. Con cada trazo, Violeta aprendió algo nuevo. Elías le mostró cómo mezclar los colores para hacer otros tonos. "Mira, Violeta, el azul y el amarillo hacen verde!"-

Mientras jugaban, Elías se sintió orgulloso de compartir su conocimiento con su hermana. Violeta se sintió feliz porque él estaba disfrutando tanto como ella. Con cada momento juntos, su vínculo se fortalecía.

Finalmente, terminaron su pintura y la colgaron en la nevera. "¡Nuestra obra de arte!"- dijo Violeta, saltando de alegría.

Por la tarde, mamá entró a la cocina y vio la hermosa creación de los dos. "¡Qué lindo! ¿Quién lo hizo?"- preguntó. "¡Nosotros!"- respondieron al unísono. Mamá sonrió y les dio un abrazo. "Me encanta ver cómo juegan juntos."

A partir de ese día, Violeta y Elías supieron que podían aprender uno del otro. Violeta descubrió que Elías tenía un mundo lleno de colores y creatividad, mientras que Elías se dio cuenta de que jugar con su hermana podía ser una aventura maravillosa. Juntos, hicieron de cada día una nueva oportunidad de crecimiento y amor.

Y así, en su pequeño rincón del mundo, Violeta y Elías aprendieron que las diferencias hacen a cada uno especial y que la verdadera felicidad está en compartir momentos juntos.

FIN.

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