La Aventura de YENI
Era una tarde soleada en el barrio de Villa Esperanza. Valeria, Javier, Ángela, Sandra y Marisol estaban jugando en el parque, cuando de repente, escucharon un suave ladrido.
"¿Escucharon eso?" - preguntó Valeria, señalando hacia un arbusto.
"¡Sí! Vamos a ver qué es!" - dijo Javier, emocionado.
Se acercaron lentamente y al asomarse, encontraron un pequeño perrito de pelaje marrón y ojos brillantes.
"¡Ay, pobrecito! Parece que está solo" - exclamó Ángela, agachándose para acariciarlo.
"¡Es tan lindo!" - dijo Sandra, con la voz llena de ternura.
"Necesita un nombre, ¡le deberíamos poner uno!" - sugirió Marisol.
Después de un debate divertido, decidieron llamarlo YENI.
"YENI es un nombre especial, creo que le queda perfecto" - comentó Valeria.
"Pero, ¿qué haremos con él?" - preguntó Javier. Todos comenzaron a pensar en soluciones.
"Podemos llevarlo a casa y darle de comer" - propuso Ángela.
"Pero, si lo llevamos a casa, nuestras familias tendrán que ayudar a cuidarlo" - dijo Sandra.
Marisol miró a sus amigos y dijo:
"¿Por qué no pasamos la tarde juntos cuidando a YENI? Podríamos hacerlo un juego, como si fuera nuestra misión."
Todos estuvieron de acuerdo y, con el pequeño YENI en brazos, fueron a la casa de Valeria. Ahí, prepararon un refugio con una caja y un viejo abrigo.
"¡Mira, YENI! Este es tu nuevo hogar por hoy" - dijo Javier, mientras el perrito movía la cola.
Pasaron la tarde jugando, alimentando a YENI y compartiendo historias sobre los animales. Pero al caer la noche, el grupo de amigos se dio cuenta de que no podían seguir escondiendo a YENI.
"Mañana tenemos que contarles a nuestros padres" - dijo Marisol, un poco preocupada.
"Sí, pero no hay que tener miedo. Ellos entenderán que lo encontramos" - agregó Ángela.
"Además, si no hacemos nada, YENI podría quedarse solo otra vez" - concluyó Javier.
Al día siguiente, después de reunir valor, todos fueron a casa de Valeria y reunieron a sus padres en el patio.
"Mamá, papá, encontramos a este perrito abandonado y queremos cuidarlo" - explicó Valeria.
Los padres miraron a YENI, que estaba jugando alegremente.
"Es un hermoso perrito. Pero, ¿están listos para la responsabilidad que eso implica?" - preguntó la mamá de Marisol.
"Sí, lo prometemos. Lo cuidaremos y lo pasearemos todos los días" - aseguró Sandra, animada.
Los padres sonrieron, comprendiendo el gran corazón de los niños, y acordaron que podrían cuidar a YENI mientras buscaban una mejor solución. Así fue como YENI se convirtió en parte del grupo, llenando sus días de aventuras y risas.
Pero el tiempo pasaba, y los chicos comenzaron a pensar en encontrarle a YENI un hogar permanente.
"Tal vez deberíamos preguntar en el barrio si alguien quiere adoptarlo" - sugirió Javier.
"¡Buena idea!" - exclamaron todos.
Juntos, pusieron carteles en el vecindario pidiendo ayuda, y al poco tiempo, una amable señora llamada Susana se interesó en conocer a YENI.
"Él es un buen perrito y necesita una familia que lo quiera" - les dijo la señora Susana mientras acariciaba a YENI y él le lamía la mano.
Finalmente, esa misma tarde, YENI encontró un hogar lleno de amor y alegría.
"No olviden visitarme, chicos" - dijo la señora Susana mientras se despedía.
"¡Lo haremos!" - respondieron los cinco amigos, con una sonrisa.
Y así, Valeria, Javier, Ángela, Sandra y Marisol aprendieron sobre la importancia de cuidar y ayudar a los animales abandonados. Con el corazón lleno de amor, supieron que aunque YENI ya no estaba con ellos, siempre sería parte de sus recuerdos y de su gran aventura juntos.
Al regresar al parque, los amigos conversaron sobre ir a los refugios de animales y ayudar a buscar a otros perros como YENI.
"Siempre habrá algo que podamos hacer por ellos" - dijo Marisol con determinación.
"¡Sí! Vamos a ser sus voces!" - concluyó Valeria, y juntos, se marcharon hacia nuevas aventuras.
FIN.