La Aventura de Zara y el Don de Calantha
Zara era una niña llena de sueños. Sola en su habitación, su imagianción volaba lejos de las paredes de su casa. Se imaginaba navegando en un barco por mares de oro, explorando selvas misteriosas o volando entre las nubes. Pero había algo que la mantenía atada a su hogar: Zara era paralítica y ciega, lo que le hacía difícil imaginar que algún día podría vivir esas aventuras.
Una noche, cuando las estrellas brillaban con intensidad, algo mágico sucedió. Un suave destello de luz iluminó la habitación y de repente, apareció Calantha, un hada con alas brillantes y una sonrisa reconfortante.
"Hola, Zara. Soy Calantha, y he venido a traerte un regalo especial", dijo el hada con voz suave.
Zara sintió como su corazón se aceleraba.
"¿Un regalo? Pero no sé si puedo recibirlo, soy solo una niña que nunca sale de casa".
"No te preocupes, querida. Este don te permitirá vivir las aventuras que tanto sueñas, sin necesidad de moverte de aquí", respondió Calantha, mientras agitaba su varita mágica.
Zara sintió una calidez en su pecho, y cuando abierta los ojos, su mundo cambió. Ya no veía oscuridad, sino un mar de colores vibrantes.
"Puedo ver... puedo sentir el viento en mi rostro", exclamó Zara con alegría.
"Aprovechalo, Zara. Cada vez que desees vivir una aventura, solo cierra los ojos y déjate llevar. ¡Pero ten cuidado! Puedes encontrarte con desafíos".
Zara asintió, emocionada. En el siguiente instante, se encontró navegando en un barco de madera, con el sonido de las olas y el aroma del mar.
"Esto es asombroso", dijo, riendo.
Inmediatamente, se dio cuenta de que no estaba sola. Un loro parlante llamado Coco la acompañaba.
"¡Zara! ¡Listo para la aventura!", gritó Coco.
"Sí, ¿qué exploraremos hoy?"
El loro voló alto, guiando el barco hacia una isla mágica llena de tesoros y criaturas fantásticas.
Sin embargo, mientras más se adentraban en la aventura, se encontraron con un río con aguas turbulentas.
"¡Debemos cruzar!", dijo Coco.
"¿Cómo haremos eso?", preguntó Zara.
"Es un desafío. Usaremos la astucia y el ingenio. Piensa en una forma de hacerlo", sugirió Coco.
Zara cerró los ojos, respiró profundo y recordó algo que había aprendido en un libro: "¡Podemos construir una balsa con las cosas que encontramos!"
Juntos, recolectaron troncos de la orilla, y Zara se imaginó amarrando las piezas con lianas. Cuando terminaron, la balsa era impresionante.
"¡Funcionará!", exclamó Coco.
Y así, cruzaron el río, trabajando juntos y sorteando obstáculos mientras el agua fluía rápidamente. Una vez en la otra orilla, la emoción de la victoria llenó a ambos.
"¡Lo hicimos!", gritó Zara, llena de alegría.
"¡Eres increíble! Tu imaginación me inspira", advirtió Coco.
Continuaron explorando la isla, encontrando un tesoro escondido y haciendo nuevos amigos entre las criaturas mágicas. Era un mundo lleno de alegría, pero cuando la noche comenzaba a caer, Zara sintió que debía volver a casa.
"Ha sido una aventura maravillosa, Calantha me dio este regalo y me siento feliz", dijo Zara al regresar a su habitación.
Calantha apareció de nuevo en un destello.
"Zara, recuerda que cada vez que sueñes, puedes vivir una aventura. No necesitas salir de casa, solo cierra los ojos y deja que tu corazón te guíe".
Agradecida, Zara prometió utilizar su don y hacer volar su imaginación cada día, sabiendo que su mundo no estaba limitado por su condición. Con el tiempo, descubrió que podía construir sus propias historias, vivir innumerables aventuras y compartirlas con sus amigos.
Y así, Zara entendió que la verdadera magia estaba en su corazón, donde las aventuras nunca tendrían fin.
FIN.