La Aventura del Bosque
En un frondoso bosque vivían tres amigos muy distintos: Oso, Hormiga y Águila. Un día, mientras jugaban cerca del arroyo, Oso dijo:
- ¡Che, amigos! Tengo ganas de aventura. ¿Qué les parece si exploramos la cueva que está en lo alto de la montaña?
Hormiga, que siempre tenía los pies sobre la tierra, dudó un poco.
- Ay, Oso. No sé… La montaña es alta y peligrosa. Además, yo soy muy chiquita para escalar.
Águila, que podía volar alto, aplaudió con entusiasmo.
- ¡Vamos! Me encantaría tener una vista desde la cueva. Además, puedo ayudar a Hormiga si se siente insegura.
- Menos mal que estás vos, Águila - respondió Hormiga, aliviada.
Así que, después de hacer sus preparativos, comenzaron la aventura. Primero, treparon un poco por el sendero, y aunque era complicado, Oso siempre daba fuerza a sus amigos:
- ¡Vamos, Hormiga! ¡Tu podés! No subestimes tu trabajo en equipo.
Hormiga los siguió, esforzándose con cada paso. Si bien no podía dar grandes saltos como ellos, sabía que tenía su propia habilidad: encontrar el camino más seguro.
Después de un rato, llegaron a la mitad de la montaña. En ese momento, de repente, un fuerte viento comenzó a soplar. Águila, que volaba arriba, gritó:
- ¡Cuidado! ¡Se viene una tormenta!
Oso se puso nervioso y dijo:
- ¡Rápido! Busquemos refugio.
Pero Hormiga, observando con atención, encontró una pequeña cueva a su lado.
- ¡Ahí! ¡La cueva! - exclamó - ¡Corramos!
Cuando llegaron, se dieron cuenta de que no era una cueva común. Dentro había rocas brillantes y una luz suave que iluminaba el lugar.
- ¡Increíble! - dijo Oso, maravillado. - Nunca había visto algo así.
- Sabía que encontraríamos algo especial - afirmó Hormiga, sonriendo.
Pero de repente, la entrada comenzó a cerrarse lentamente. Oso, asustado, palpitó:
- ¡No podemos quedar atrapados! ¡Ayuden! - gritó, dando un paso adelante.
Águila, pensativa, recordó sus habilidades y le dijo a Hormiga:
- ¡Hola, Hormiga! ¿Podés buscar algo que nos ayude a abrir la entrada? Tal vez haya algo en el rincón.
Hormiga, manteniéndose calmada, exploró el lugar. En un rincón encontró una roca que parecía diferente:
- ¡Esto podría servir! - dijo mientras hacía un esfuerzo por moverla.
Oso se unió a ella, apretando sus patitas contra el suelo para empujar. Juntos lograron moverla y así, la entrada comenzó a abrirse de nuevo.
- ¡Lo logramos! - exclamó Hormiga, sintiéndose muy feliz.
- ¡Buen trabajo, amigos! Somos un gran equipo - dijo Oso, dándose un abrazo.
- Este fue un gran desafío - agregó Águila - pero juntos encontramos la solución.
Cuando la tormenta pasó, decidieron regresar a casa.
- A veces, lo importante no es ser grande o pequeño, sino saber trabajar juntos - dijo Hormiga satisfecho.
- ¡Exacto! - agregó Oso - Todos tenemos algo especial para ofrecer.
Desde ese día, Oso, Hormiga y Águila se sintieron más unidos y decidieron seguir explorando el bosque, sabiendo que juntos podían superar cualquier obstáculo. Así, cada aventura dejó una enseñanza: la diversidad y el trabajo en equipo siempre llevan a grandes logros.
FIN.