La Aventura del Bosque Encantado
Érase una vez en un pequeño pueblo, dos mejores amigas llamadas Maite y Yamila. Ambas compartían un lazo especial y eran conocidas por su curiosidad y amor por la aventura. Un día, mientras exploraban el bosque cercano, se encontraron con un misterioso camino cubierto de flores brillantes.
"¿Mirá eso, Yamila? ¡Es hermoso!" - dijo Maite, admirando las flores.
"¡Sí! Nunca vi algo así. ¿Te animás a seguirlo?" - preguntó Yamila, emocionada.
Sin pensarlo dos veces, decidieron seguir el camino. A medida que se adentraban en el bosque, las flores comenzaron a brillar más intensamente y una suave melodía comenzó a sonar en el aire.
"¿Escuchás eso?" - murmuró Maite.
"Sí, parece que nos está invitando a seguir adelante" - respondió Yamila con una sonrisa.
De repente, llegaron a un claro lleno de árboles de colores y criaturas mágicas que danzaban al ritmo de la música. Maite y Yamila no podían creer lo que veían. Justo en el centro del claro, había un gran árbol con un tronco brillante que parecía estar hablando.
"Bienvenidas, valientes exploradoras. Soy el Árbol de los Deseos. Solo quienes poseen un corazón puro pueden entrar en este lugar" - dijo el árbol con una voz profunda.
"¡Guau! ¡Es increíble!" - exclamó Maite.
"¿Puedo hacer un deseo?" - preguntó Yamila, con los ojos brillando de emoción.
"Claro, pero hay una condición" - advirtió el árbol. "Debes desear algo que beneficie a los demás, no solo a ti."
Las chicas se miraron, pensando en algo que realmente pudiera ayudar a su comunidad.
"¿Y si deseamos que todos en el pueblo tengan acceso a libros y puedan aprender cosas nuevas?" - sugirió Maite.
"¡Sí! Eso sería maravilloso!" - concordó Yamila entusiasmada.
"Deseamos que en el pueblo haya una Biblioteca Mágica donde todos puedan aprender y soñar" - dijeron al unísono.
El árbol sonrió y una luz brillante las envolvió momentáneamente. Cuando la luz se disipó, se encontraron de vuelta en su pueblo, y ante sus ojos estaba una antigua casa de dos plantas, decorada con colores vivos y una gran puerta de madera.
"¿Qué es esto?" - preguntó Yamila.
"¡Es la Biblioteca Mágica!" - gritó Maite, saltando de alegría. "¡Lo logramos!"
Las chicas corrieron hacia la biblioteca y la abrieron. Dentro, descubrieron estanterías repletas de libros de todos los géneros, y un lugar especial para que todos los niños pudieran leer y aprender juntos.
"¡Mirá todo lo que hay!" - exclamó Yamila. "Y hay un espacio para que podamos hacer talleres y actividades para ayudar a los demás a descubrir la magia de leer."
"¿Ves? Nuestras ideas pueden cambiar el mundo. Hicimos algo hermoso" - dijo Maite.
Con el tiempo, la Biblioteca Mágica se convirtió en el corazón del pueblo. Los niños y adultos acudían a ella, compartiendo historias y aprendiendo unos de otros. Maite y Yamila organizaban actividades cada semana, desde lecturas en voz alta hasta talleres creativos.
Un día, mientras preparaban una nueva actividad, se dieron cuenta de cuánto había crecido su comunidad gracias a su deseo.
"Mirá, todo esto comenzó con un deseo y un par de amigas" - reflexionó Yamila.
"Y con el poder de la amistad y el deseo de ayudar a los demás" - agregó Maite con una sonrisa.
Las chicas siguieron soñando en grande y comprendieron que, a veces, un pequeño gesto puede provocar grandes cambios.
FIN.