La Aventura del Calmado Río
Era una mañana brillante en el pequeño pueblo de Valle Alegre. El sol brillaba con fuerza y todos estaban listos para disfrutar del día. Cesar y Manuela, dos amigos inseparables, estaban en el parque jugando a atrapar mariposas.
"¡Mirá esa mariposa! ¡Voy a atraparla!" - dijo Cesar, entusiasmado.
Pero cuando intentó correr tras de la mariposa, se tropezó y cayó al suelo.
"¡Ay! ¡Es tan rápido! Pero no te preocupes, ¡la atraparé en un instante!" - César, con una sonrisa, se levantó rápidamente.
Manuela, que observaba desde un costado, no podía contener su risa.
"A veces tenés que ser más paciente, Cesar. Las mariposas no van a escapar tan rápido si te relajas un poco" - le aconsejó.
Cesar, sin dejarse desanimar, sonrió.
"¡Eso es fácil de decir! ¡Es tan divertido perseguirlas!"
Y así volvieron a correr, lanzando risas y gritos. Sin embargo, Manuela empezó a sentirse un poquito harta de la falta de paciencia de su amigo.
"Cesar, quizás deberíamos hacer otra cosa. Estoy cansada de correr y de que no atrapes ninguna. ¡Es un ciclo sin fin!"
"Pero debemos intentarlo una vez más. ¡Yo sé que puedo!" - le respondió Cesar, intentando mantener su energía.
Después de varias intentos fallidos, Cesar, frustrado, decidió dar un descanso. Se sentó en el césped, esperando que la mariposa viniera a él.
"¿Ves, Manuela? A veces uno debe ser paciente y esperar la oportunidad correcta" - dijo, con más serenidad.
Pero a Manuela le costaba estar tranquila y pensaba en cosas que hacer.
"¡Entiendo, pero no quiero quedarme sólo acá mirando! No puedo dejar de pensar en lo que podríamos estar haciendo. ¡Tal vez deberíamos ir a la feria!"
Justo en ese momento, ambas miraron hacia el cielo y vieron una nube oscura acercándose.
"¡Oh no! ¡Parece que va a llover!" - exclamó Manuela, preocupada.
"¡Y yo no tengo paraguas!" - agregó Cesar, más inquieto.
En un impulso por evitar mojarse, Cesar tomó la mano de Manuela.
"¡Vamos a refugiarnos bajo ese árbol grande!"
Corrieron rápidamente hacia el árbol, pero, al llegar, repararon en que el árbol estaba muy cerca de un arroyo que, por la lluvia, comenzaba a cobrar fuerza.
"Cesar, me parece que este no es un buen lugar" - susurró Manuela, mirando nerviosa.
"No pasa nada. ¡Confía en mí!" - se adelantó Cesar, aunque su voz sonaba un poco temerosa.
De repente, una ráfaga de viento hizo que una rama cayera al agua, haciendo que el arroyo se desbordara un poco.
"¡Cesar! ¡Debemos irnos!" - gritó Manuela, intentando arrastrar a su amigo.
"¡No! ¡Es solo un poco de agua! ¡No tengo miedo!" - se negaba Cesar, pero al ver que la corriente empezaba a crecer, su impaciencia se convertía en miedo.
"¡Cesar, por favor! ¡Serle paciente y escúchame, esto es serio!" - Manuela trató de calmarlo.
Finalmente, al ver lo peligrosa que se tornaba la situación, las palabras de Manuela resonaron en la cabeza de Cesar. Aceptó que a veces, ser paciente y escuchar también era muy importante.
"Está bien, vamos a movernos hacia la otra orilla del arroyo. Depende de nuestra velocidad, pero tampoco vamos a arriesgarnos. ¡Vamos!" - dijo, decidido.
Corrieron hacia un lugar más seguro, y cuando llegaron, se dieron la mano y empezaron a reírse nuevamente.
"Bien hecho, amigo, ahora entiendo que esperar puede traer sabiduría. No importa cuánto desees atrapar algo, hay que saber cuándo dejarlo ir" - le sonrió Manuela.
"Sí, y yo aprendi a escuchar antes de actuar. ¡Qué gran aventura!" - dijo Cesar, mientras ambos miraban el arroyo que poco a poco volvía a su cauce normal.
Desde ese día, Cesar y Manuela comprendieron la importancia de la paciencia en sus vidas. No todo se logra de inmediato, y a veces, la espera trae las mejores sorpresas. Siguiendo esa lección, juntos disfrutaron de los días soleados de Valle Alegre, guardando en sus corazones el recuerdo de aquella intensa aventura bajo la lluvia.
El día no había terminado, y con la lluvia que ya casi había pasado, decidieron ir a la feria, pero ahora, con más calma y respeto por el tiempo del otro. Así, su amistad se volvió aún más fuerte, sabiendo que, juntos, eran un equipo indestructible.
FIN.