La aventura del colectivo mágico



Había una vez un pequeño pueblo llamado Neve Gona, donde todos sus habitantes vivían felices y en armonía. En este lugar mágico, la música y el baile eran parte fundamental de su día a día.

Un día, llegó al pueblo un colectivo muy especial llamado Mbappe. Este colectivo era diferente a los demás, ya que tenía la capacidad de bailar al ritmo de cualquier canción que escuchara.

Su conductor, don Carlos, era un hombre amable y divertido que siempre llevaba puesta una sonrisa. Los niños del pueblo se emocionaron al ver llegar a Mbappe y decidieron invitarlo a participar en su famoso concurso anual de baile.

Todos estaban ansiosos por ver qué podía hacer ese colectivo tan peculiar. El gran día llegó y el concurso comenzó. Los niños presentaron sus mejores coreografías mientras Mbappe los observaba atentamente desde el escenario. Cuando les tocó el turno a ellos, todos subieron al colectivo emocionados.

La música empezó a sonar y Mbappe comenzó a moverse al ritmo de la melodía con una gracia impresionante. El público estaba asombrado por las increíbles piruetas y movimientos acrobáticos que realizaba el colectivo.

"¡Mbappe es increíble! ¡Nunca antes había visto algo así!", exclamaban los espectadores maravillados. Pero justo cuando todo parecía ir perfectamente bien, ocurrió algo inesperado: Mbappe sufrió un desperfecto mecánico y quedó paralizado en mitad del escenario.

Don Carlos intentó solucionarlo rápidamente, pero no encontraba la forma de arreglar el problema. Los niños, al ver a Mbappe en apuros, se acercaron corriendo para ayudar. Todos juntos empezaron a buscar una solución mientras el público los observaba expectante.

"¡Tranquilos chicos! ¡Vamos a encontrar una manera de arreglarlo!", dijo don Carlos con calma. Después de mucho pensar, uno de los niños tuvo una idea brillante. Recordó que su abuelo era un experto en colectivos y decidió llamarlo para pedirle ayuda.

El abuelo llegó rápidamente y examinó detenidamente a Mbappe. "Creo saber qué le pasa a nuestro amigo Mbappe", dijo el abuelo tras unos minutos. "Solo necesita un poco de aceite para poder seguir bailando".

Rápidamente, todos buscaron aceite y lo aplicaron en las partes afectadas del colectivo. Y como por arte de magia, Mbappe volvió a funcionar perfectamente. El público estalló en aplausos y vítores mientras los niños subían nuevamente al colectivo para terminar su presentación.

Esta vez, bailaron con más energía que nunca, demostrando que juntos podían superar cualquier obstáculo. Al finalizar el concurso, todos los habitantes del pueblo felicitaron a los niños por su valentía y determinación para resolver problemas.

Aprendieron que trabajar en equipo y no rendirse ante las dificultades era la clave para alcanzar el éxito. Mbappe se convirtió en un símbolo de perseverancia y amistad en Neve Gona.

Cada vez que alguien necesitaba ayuda o enfrentaba algún desafío, recordaban la historia de cómo los niños y el colectivo trabajaron juntos para superar un obstáculo. Y así, Neve Gona siguió siendo un lugar lleno de música, baile y lecciones de vida inspiradoras.

Todos aprendieron que con amor, amistad y determinación, cualquier problema podía ser superado.

FIN.

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