La Aventura del Comedor Saludable



Un día soleado, en la Escuela Primaria Buenaventura, un grupo de amigos, Cristian, Saori, Nahima, Helen, Omar, Luis, Karen y Lidia, estaban ansiosos por entrar al comedor para descubrir qué iba a haber de almuerzo. Todos tenían hambre y, por supuesto, muchas ganas de jugar después.

Cuando llegaron, vieron una gran mesa llena de coloridas frutas y verduras.

"¡Miren estas zanahorias y lechugas!" exclamó Saori, con una sonrisa. "Qué lindas son, parecen sacadas de un cuento de hadas."

"Sí, pero yo prefiero la pizza", dijo Cristian. "Esto no se ve muy rico. ¿Por qué no hay algo más delicioso?"

"La comida saludable es importante para nuestra energía y crecimiento", lo corrigió Nahima. "Además, las frutas son dulces y las verduras pueden ser muy ricas si las preparamos bien."

"Es verdad", agregó Helen. "A mí me gustan las ensaladas con un poquito de queso. ¡Es un manjar!"

"No sé... yo solo quiero algo frito", suspiró Luis, mientras miraba la mesa.

En ese momento, la cocinera Lidia apareció con una gran sonrisa y una olla humeante.

"¡Hola, chicos! Hoy tenemos una sorpresa para ustedes. Hice una rica sopa de verduras y una ensalada de frutas. ¡Confíen en mí, estoy segura de que les va a encantar!"

"Sopa de verduras... ¿en serio?" preguntó Omar, levantando una ceja.

"¡Sí! Y también algunas tortillas de maíz con un toque especial. ¡Vayan a servirse!"

Los chicos, un poco dudosos al principio, decidieron probar. Cristian tomó un tazón de sopa y, aunque no estaba convencido, se sentó a la mesa.

"Voy a hacer una prueba", dijo mientras se servía con algo de desconfianza.

Después de un par de cucharadas, Cristian se sorprendió.

"¡No está tan mal!" exclamó, mirando a sus amigos. "De hecho, esto sabe mejor de lo que pensé."

"¿Ven?" dijo Saori, emocionada. "¡Hay que darle una oportunidad a las verduras!"

Mientras tanto, Karen estaba disfrutando de la ensalada de frutas.

"¡Chicos, esto está riquísimo! Tienen que probar los kiwi y las fresas. ¡Es como comer golosinas saludables!"

Todos empezaron a compartir sus platos. Luis, que había estado un poco escéptico, al ver a sus amigos disfrutar, decidió probar un poco de la sopa de verduras.

"Bueno, tal vez no sea tan mala como pensé..." dijo mientras sonreía y servía más.

El almuerzo terminó en risas y juegos, y los chicos se sintieron llenos de energía.

"Creo que deberíamos comer más así", comentó Omar. "¡Las verduras son divertidas!"

"Sí, y además nuestras mamás se pondrán muy contentas", agregó Nahima.

Desde ese día, los amigos decidieron hacer un club de comida saludable en la escuela. Cada semana, uno de ellos traía su fruta o verdura favorita, y así aprendieron a disfrutar de nuevas recetas.

"¡La próxima semana haré galletas de avena!" anunció Helen con entusiasmo.

"Y yo puedo hacer una ensalada de frutas tropicales", dijo Saori.

Ahora, cada vez que se sentaban a la mesa, el comedor de la escuela se llenaba de risas y color, no solo por la comida, sino por la alegría de compartir y aprender juntos.

"Comer saludable es divertido", dijo Cristian en voz alta mientras tomaba un tazón de ensalada. "¡Y nos da mucha energía para jugar!"

Así, con el corazón contento y una pancita llena de nutrientes, los amigos encontraron la mejor manera de cuidar de sí mismos. Sabían que una alimentación saludable les haría fuertes y felices, y eso los llenó de alegría.

Y así fue como el Comedor Saludable dejó de ser solo un lugar para comer, y se convirtió en un lugar para aprender, reír y disfrutar de cada bocado.

"¡A comer saludablemente!" gritó Lidia, y todos se unieron al grito, llenos de entusiasmo.

Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!

FIN.

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